26/08/2025 – En un mundo cada vez más interconectado, la seguridad informática se ha convertido en un pilar fundamental de nuestra vida cotidiana. El desarrollador de software Tomás Leonangeli enfatizó la importancia de repasar conceptos clave para evitar ser víctimas de delitos digitales. El principal modus operandi abordado fue el phishing, una técnica de engaño donde los estafadores se hacen pasar por entidades legítimas para robar información. La principal recomendación es mantener la calma y la prudencia ante situaciones que aparentan ser de apuro, ya que los delincuentes suelen explotar la sensación de urgencia para que las personas actúen sin pensar y entreguen datos sensibles.
La primera línea de defensa es el comportamiento del propio usuario. Leonangeli subraya una regla de oro: nunca se deben compartir datos personales ni códigos de verificación que lleguen al celular, sin importar la presión que ejerza el interlocutor. Ninguna empresa o entidad bancaria resolverá un problema urgente a través de un mensaje de WhatsApp o un simple llamado telefónico solicitando claves. Este principio de precaución se extiende al uso de redes Wi-Fi públicas, las cuales representan un riesgo significativo, ya que personas con malas intenciones pueden conectarse a la misma red para interceptar información. Evitar estas conexiones es un paso simple pero efectivo para proteger nuestra privacidad.
Ahora bien, ¿qué hacer si a pesar de las precauciones caemos en la trampa? La agilidad es crucial. El primer paso, si se tienen los conocimientos, es cambiar de inmediato las contraseñas de las cuentas afectadas, como las del banco, para mitigar el daño. Simultáneamente, es imperativo contactar a la entidad financiera para desconocer la operación fraudulenta, ya sea un préstamo solicitado a nuestro nombre o una compra no autorizada. Acudir personalmente al banco o utilizar los canales de contacto más rápidos es fundamental, ya que las instituciones tienen protocolos para manejar estas situaciones, pero el tiempo es un factor determinante para su resolución favorable.
Finalmente, la seguridad digital trasciende lo técnico y se adentra en la conciencia sobre nuestra exposición en el mundo virtual. Al usar redes sociales como Instagram, donde no tenemos «amigos» sino «seguidores», nos convertimos en figuras con un grado de exposición pública. Esta realidad nos obliga a reflexionar sobre qué información compartimos y los riesgos que asumimos al, por ejemplo, almacenar los datos de nuestras tarjetas en el celular. Educarse y educar a otros sobre un uso prudente y consciente de la tecnología no solo previene estafas, sino que también fomenta un entorno digital más seguro para todos.
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