20/10/2025 – El Almacén Beladrich no es solo un punto de venta en el mapa; es el alma de una comunidad rural, un bastión de la historia local y un vibrante centro de encuentro. Ubicado en lo que Nerina Estévez Oneto, actual responsable, define como «el último rincón del partido de San Pedro», este local centenario trasciende su función comercial para convertirse en un museo vivo de tradiciones y afectos.
Nerina, quien creció en los alrededores del almacén, ha vuelto para revivir el espíritu de este histórico lugar. «Para mí, como proyecto personal, es maravilloso. Soy parte de esta historia», confiesa con emoción. El almacén, que data de hace más de 100 años, fue fundado por Andrés Beladrich y originalmente funcionó como una auténtica pulpería y luego como almacén de ramos generales, donde se vendía combustible, había costurera y hasta una fábrica de soda. La casa original, de barro y chapa, aún se mantiene en pie detrás del edificio principal, testigo de la época.
El Beladrich es hoy un motor de la vida social. Por las noches, una decena de familias se reúne, transformando el espacio en un «lugar de encuentro» para vecinos de todas las edades. La iniciativa de Nerina busca prolongar en el tiempo este legado, devolviéndole el brillo de antaño, cuando junto al Club Universal (también centenario y pegado al almacén) conformaba un importante centro cultural de la zona.
Entre sus tesoros, el almacén atesora objetos centenarios como balanzas, una heladera antigua que funcionaba con barras de hielo y una fonola, además de documentos históricos como el acta constitutiva del club y libros de actas de los bailes de 1947. Recientemente, el espacio recibió una visita de profunda significación: la imagen de la Virgen de Luján, traída por peregrinos de una cabalgata anual. Este acontecimiento, sumado a que una vecina da catequesis en el lugar, ha cimentado la fe y el espíritu solidario de la comunidad, culminando con la construcción de una gruta para la patrona de Argentina. «Una mirada atenta, una sonrisa… es todo a veces», reflexiona Nerina sobre lo que le inspira la fe, en un lugar donde la historia y el corazón laten al mismo ritmo.
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