Jujuy: el justificado anhelo de ser «Abanderada de la Patria»

lunes, 1 de diciembre de 2025

01/12/2025 – La provincia de Jujuy, un crisol de historia y fervor patriótico en el norte argentino, alberga un legado de sacrificios y batallas que, según numerosos historiadores, la hacen merecedora del título de «Abanderada de la Patria». Este profundo anhelo encuentra su fundamento en su «exclusivo protagonismo» durante las guerras por la independencia (1810-1825) y en conflictos posteriores, como la resistencia contra las aspiraciones anexionistas del mariscal Andrés Santa Cruz en 1837.

El profesor Luis Orlando Vega, docente, escritor y folclorista humahuaqueño, junto a colegas como Manuel Armas, David Mareño y Luis Grenny, ha dedicado su estudio a rescatar la magnitud de la gesta jujeña. Un dato estremecedor, extraído del archivo capitular, revela que entre 1810 y 1825 se libraron alrededor de 159 combates y batallas en el territorio de la antigua intendencia Salta-jujeña con el objetivo de defender la integridad territorial, de los cuales 129 tuvieron lugar exclusivamente en la actual provincia de Jujuy (valles, quebrada y puna).

Las consecuencias para Jujuy fueron devastadoras. La provincia soportó once invasiones realistas, experimentando un «martirio» que resultó en la muerte de aproximadamente un tercio de su población, principalmente jóvenes. La reconstrucción demográfica, social y económica tardó cerca de 50 años.

Este heroísmo fue públicamente reconocido por el General Manuel Belgrano. Tras la «Reconquista de Jujuy» en marzo de 1813 (poco después del Éxodo Jujeño), el pueblo regresó y logró expulsar a los españoles de la capital. En un acto de gratitud y reconocimiento al valor, sacrificio y patriotismo, Belgrano donó a los jujeños la Bandera de la Libertad Civil. Este paño blanco con el escudo de la Asamblea del año XIII se convirtió en el segundo símbolo patrio de la Nación y hoy se exhibe en la Casa de Gobierno de Jujuy.

El compromiso inquebrantable de Jujuy con la causa emancipadora, marcada por la «firmeza y convicción» de sus habitantes, incluso aquellos pueblos originarios que luchaban por la defensa de su Pachamama, sella su identidad como el bastión que contuvo el avance realista hacia el sur.

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