07/07/2020 – Monseñor Dante Braida, obispo de La Rioja, sostuvo que “el pueblo de Dios de nuestra provincia celebra con alegría el centenario de la aureolización pontificia de San Nicolás de Bari, que en su momento fue bendecida por el papa Pío X y enviada por el siguiente pontífice, Benedicto XV, y también la dedicación de la Catedral riojana, hecho ocurrida hace 105 años atrás”. “La devoción a San Nicolás en La Rioja tiene cuatro siglos de historia. Y 100 años atrás, nuestra comunidad dependía del arzobispado de Córdoba. En 1894 hubo un terremoto muy grande que destruyó nuestra ciudad y sus templos, solo quedó en pie el de Santo Domingo, el más antiguo que al día de hoy tiene Argentina. En 1898 fue designado como vicario foráneo el riojano Abel Bazán y Bustos. Y a él le toca animar la reconstrucción de la ciudad de La Rioja y de su nueva catedral. Y mientras se la iba construyendo se vio que todo tenía sentido por la santidad de su patrono, San Nicolás, y por la búsqueda de santidad de todo el pueblo riojano”, indicó el prelado.
“En ese marco es que monseñor Bazán y Bustos gestionó la posibilidad de la auerolización pontificia de la imagen santa. Y en 1912 se inaugura la catedral riojana y en 1915 se la dedica. Y la auerolización estaba prevista para antes de 1920 pero la Primera Guerra Mundial postergó todo”, dijo monseñor Braida, quien agregó que “la diócesis de La Rioja recién se fundó en 1934”.
Sobre su historia de vida, destacó: “Nací en Reconquista, en el norte de Santa Fe, donde la devoción a la Virgen de Itatí es la más fuerte. Somos seis hermanos nacidos y yo soy el cuarto. Hice la escuela primaria en la 6044 y la secundaria en una industrial, la Enet número 1 de Reconquista. Siendo adolescente participaba del grupo Mallín de los salesianos. Eso y la fe de mi familia iban marcando mi vida. Y cuando terminé la secundaria me fui a Córdoba a estudiar una ingeniería en la Universidad Tecnológica Nacional. En esa época participaba del grupo de El Tambo, que tienen los Claretianos en el barrio Nueva Córdoba. Pero el tema de la vocación ya las venía teniendo desde mi adolescencia, las cosas de la Iglesia me tiraban mucho aunque también me resistía. Y cuando estuve en Córdoba, todos estos planteos se comenzaron a hacer más fuertes”.
“Como luego se abrió mi carrera en mi ciudad, en Reconquista, decidí volverme y también a la par comencé un discernimiento vocacional más profundo, mientras fui asumiendo otros compromisos pastorales junto a un grupo misionero. Con ese grupo visitábamos un barrio alejado de la ciudad y también íbamos a Villa Guillermina, en la zona del campo, en medio del monte santafesino. Todas esas experiencias y la oración me fueron aclarando el panorama personal”, expresó el padre Dante.
De a poco fue decantando que tenía que dar el paso de entrar al seminario. Al principio me planteé si tenía que ser diocesano o de alguna congregación, como los Pobres Siervos de la Divina Providencia o los Claretianos. De éstos me llamaba su espiritualidad misionera para compartir la fe en otros países. Pero decidí ingresar al seminario de la diócesis para seguir discerniendo eso adentro. Y al poco tiempo me di cuenta que tenía que ser sacerdote del clero de Reconquista”, manifestó monseñor Braida.
“Entré al seminario en 1989 y me ordenaron sacerdote en abril de 1996. El primer destino pastoral fue Villa Ocampo, trabajando mucho con los jóvenes y con un sacerdote de mucha experiencia. Y cuando estaba allí nuestro obispo nos cuenta que la iglesia de Cuba estaba ofreciendo a Argentina si había sacerdotes que quisieran misionar allá. Y entonces yo me propuse y terminé yendo para Cuba”, recordó.
Por otra parte, monseñor Braida afirmó que “este tiempo de pandemia es también un tiempo de oportunidades a la luz de la encíclica papal Laudato Si. Para que las transformaciones sean posibles es necesario que todos participemos y nos sintamos protagonistas. El Papa nos manifiesta que es posible cambiar de rumbo, que es posible volver a empezar animándonos a buscar otro estilo de vida, a proponer un modo alternativo de entender la calidad de vida que incluya la capacidad de mirarse a uno mismo con honestidad, de iniciar camino nuevos hacia la verdadera libertad”.
Además, subrayó la religiosidad del pueblo riojano, “con devociones arraigadas como la Virgen del Rosario de Polco en Chamical, el Señor de la Peña, el Niño Alcalde, el Niño de Hualco (en el oeste, en Famatina) y Santa Rita en Catuna y en Chilecito. Y por supueto, también la fiesta del Tinkunaco, que es la celebración del Encuentro. A esto se suma el legado de los Mártires Riojanos”.
Monseñor Braida es el octavo obispo de La Rioja y sucedió a monseñor Marcelo Colombo, actual arzobispo de Mendoza. Nació en la ciudad de Reconquista, departamento de General Obligado, provincia de Santa Fe, el 18 de julio de 1968. Tras efectuar sus estudios secundarios en la Escuela Nacional de Enseñanza Técnica General José de San Martín, de la que egresó en 1986, cursó la carrera de Ingeniería Electromecánica en la Universidad Tecnológica Nacional de Córdoba y luego en la filial de Reconquista, durante dos años. Sus estudios filosóficos y teológicos y su formación sacerdotal transcurrieron en el Instituto de estudios filosófico-teológicos Santo Toribio de Mogrovejo, perteneciente al Seminario Interdiocesano La Encarnación, de Resistencia, en Chaco. Fue ordenado sacerdote por monseñor Juan Rubén Martínez, entonces obispo de Reconquista, el 21 de abril de 1996 en la catedral de la Inmaculada Concepción, de Reconquista.
Desde su ordenación sacerdotal cumplió los siguientes destinos parroquiales: vicario parroquial de la Inmaculada Concepción de Villa Ocampo, Santa Fe (1996-2000); párroco de San Luis Gonzaga, en Calchaquí, Santa Fe, de 2004 hasta enero de 2006; y párroco de la Inmaculada Concepción, iglesia catedral de Reconquista, de 2009 hasta abril de 2015. De agosto de 2000 a agosto de 2004 fue enviado por la diócesis de Reconquista en Misión ad gentes a Cuba, donde ejerció su labor pastoral en la parroquia Virgen de la Caridad de la ciudad de Banes, a 80 kilómetros de la ciudad de Holguín. Fue también asesor diocesano de la Pastoral para las Vocaciones (2004-2006); miembro del Consejo Presbiteral Diocesano (2005-2006 y de 2012 a 2015); formador en el seminario interdiocesano La Encarnación (2006-2009); miembro del Consejo de Consultores Diocesanos (2012 a 2015); miembro del Consejo de Dirección del Instituto Diocesano para la Formación del Diaconado permanente (2011 a 2015); director de Cáritas diocesana (2012); miembro del equipo interdisciplinar “Jeremías” de la Comisión Episcopal de Ministerios-Cemin (2012 a 2015); y desde el año 2013 hasta 2015 fue vicario general de la diócesis de Reconquista. El 11 de abril de 2015 el papa Francisco lo eligió obispo auxiliar de la arquidiócesis de Mendoza. Fue ordenado obispo en la parroquia Nuestra Señora de los Dolores y Tránsito de San José de la ciudad de Mendoza, el 12 de junio de 2015 por monseñor Carlos María Franzini, arzobispo de Mendoza, y por los obispos co-consagrantes monseñor Ángel José Macín, obispo de Reconquista y monseñor Martín Fassi, obispo auxiliar de San Isidro. En la Conferencia Episcopal Argentina es miembro de la Comisión Episcopal para la Pastoral de Juventud y de Apostolado de los Laicos y Pastoral Familiar. Su lema episcopal es: “La paz esté con ustedes”.
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