Si una espina me hiere

lunes, 23 de julio de 2007
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Si una espina me hiere, me aparto de la espina,

… ¡pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad

envidiosa en mí clava los dardos de su inquina,

esquívase en silencio mi planta, y se encamina hacia más puro ambiente de amor y caridad.

¿Rencores? ¡De qué sirven! ¡Qué logran los rencores?

Ni restañan heridas, ni corrigen el mal.

Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores,

y no prodiga savias en pinchos punzadores:

si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,

 

se llevará las rosas de más sutil esencia;

y si notare en ellas algún rojo vivaz,

será el de aquella sangre que su malevolencia

de ayer vertió, al herirme con encono y violencia,

y que el rosal devuelve, ¡trocado en flor de paz!

 

Autor: Amado Nervo