Sillas y tronos, el asiento del rey

jueves, 26 de diciembre de 2013

23/12/2013 – Los antepasados nómades no tenían mobiliario, y se sentaban en el suelo sobre alfombras. Con el paso a la vida sedentaria comienza a aparecer, sobre todo en las clases acomodadas, el uso de muebles.

Se destaca así el trono, asiento suntuoso usado por el rey y otros funcionarios destacados por su dignidad. Es un asiento de ceremonia.

El trono es símbolo de la autoridad y poder de quien lo ocupa, tanto cuando se refiere a Dios como a los reyes. El trono estaba por lo general sobre un plano más alto, al que se ascendía por escalones, y había una pequeña tarima o taburete – el escabel – sobre la que apoyaba los pies quien estaba en el trono.

Sobre la tarima del trono del Faraón Tut-Ank-Amon están diseñados los pueblos enemigos, idea que se refleja en el salmo 110,1: “Yo pongo a tus enemigos como estrado de tus pies”.

 

El trono de Salomón, descripción:

18 El rey hizo, además, un gran trono de marfil, al que recubrió de oro fino. 19 El trono tenía seis gradas, unas cabezas de toros en la parte posterior, y brazos a ambos lados del asiento; junto a los brazos había dos leones de pie, 20 y otros doce leones de pie sobre las seis gradas, a uno y otro lado. En ningún reino se había hecho nada igual. (1 Re 20)

Este modelo responde al tipo de trono que usaban los reyes de Canaán. Las gradas señalan la distancia, la “altura” y dignidad del monarca. Los animales aportan su simbolismo: los toros la fuerza y la fecundidad, los leones la fuerza y la realeza.

 

Con el acceso a la monarquía, se concibe que también Dios tiene un trono en el cielo, desde el cual gobierna el universo. Las visiones proféticas (Ez 1,4) y apocalípticas describen ese trono:

 

1 El año de la muerte del rey Ozías, yo vi al Señor sentado en un trono elevado y excelso, y las orlas de su manto llenaban el Templo. 2 Unos serafines estaban de pie por encima de él. Cada uno tenía seis alas: con dos se cubrían el rostro, y con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. 3 Y uno gritaba hacia el otro:

“¡Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos!

Toda la tierra está llena de su gloria”. (Is 6)

 

Representar a Dios sentado en un trono significa que se lo reconoce como supremo Rey:

9 El Señor reina sobre las naciones

el Señor se sienta en su trono sagrado.

10 Los nobles de los pueblos se reúnen

con el pueblo del Dios de Abraham:

del Señor son los poderosos de la tierra,

y él se ha elevado inmensamente. (Salmo 47). Ver también salmos 93, 96, 97, 98

Justicia y derecho son la base de su trono (Salmo 97)

 

Dios es el verdadero rey de Israel.

 

 

El trono de David

 

1 Cuando David se estableció en su casa y el Señor le dio paz, librándolo de todos sus enemigos de alrededor, 2 el rey dijo al profeta Natán: “Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios está en una tienda de campaña”. 3 Natán respondió al rey: “Ve a hacer todo lo que tienes pensado, porque el Señor está contigo”.

4 Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos: 5 “Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite? 6 Desde el día en que hice subir de Egipto a los israelitas hasta el día de hoy, nunca habité en una casa, sino que iba de un lado a otro, en una carpa que me servía de morada. 7 Y mientras caminaba entre los israelitas, ¿acaso le dije a uno solo de los jefes de Israel, a los que mandé apacentar a mi Pueblo: ‘¿Por qué no me han edificado una casa de cedro?’. 8 Y ahora, esto es lo que le dirás a mi servidor David: Así habla el Señor de los ejércitos: Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel. 9 Estuve contigo dondequiera que fuiste y exterminé a todos tus enemigos delante de ti. Yo haré que tu nombre sea tan grande como el de los grandes de la tierra. 10 Fijaré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que tenga allí su morada. Ya no será perturbado, ni los malhechores seguirán oprimiéndolo como lo hacían antes, 11 desde el día en que establecí Jueces sobre mi pueblo Israel. Yo te he dado paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él mismo te hará una casa. 12 Sí, cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza. 13 Él edificará una casa para mi Nombre, y yo afianzaré para siempre su trono real. 14 Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Si comete una falta, lo corregiré con varas y golpes, como lo hacen los hombres. 15 Pero mi fidelidad no se retirará de él, como se la retiré a Saúl, al que aparté de tu presencia. 16 Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y tu trono será estable para siempre”.

17 Natán comunicó a David toda esta visión y todas estas palabras.

 

Sobre esta profecía, que afirma que el trono de David durará para siempre, se desarrolla la expectativa mesiánica davídica. Es decir, la espera de un Mesías (ungido) que ejerce como rey y que proviene de la descendencia de David. Esta era una de las expectativas mesiánicas que existían en tiempos de Jesús (no la única).

 

Cuando el ángel Gabriel es enviado a llevar a María el anuncio del nacimiento de Jesús, señala que este niño que nacerá ocupará el trono de David, respondiendo a la profecía pero superando las expectativas de un rey terrenal. Como en todos los relatos que responden al género literario “anuncio de nacimiento milagroso” las palabras del ángel describen la misión del niño que nacerá. En la persona de Jesús se destacan dos aspectos: es rey – hijo de David – y es de carácter divino – Hijo de Dios – .

 

31 Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; 32 él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, 33 reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin». 34 María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?». 35 El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.(Lucas 1)

 

Bibliografía: Diccionario de símbolos y figuras de la Biblia, Luis Rivas, Ed. Amico