Solo por hoy

miércoles, 3 de junio de 2015

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En el “hoy” se nos juega la vida…. Ayer ya fue, y el mañana no nos pertenece. Los pequeños y los grandes proyectos van tomando forma en la fidelidad de cada día, de ahí la importancia que merece eso que tenemos entre las manos en el aquí y ahora: trabajo, estudio, amigos, familia…

El Papa Juan XXIII entendió este valor, y puso por escrito un “decálogo de la serenidad”. Que lindo que podamos empezar a vivirlo hoy… y mañana volverlo a elegir, y así… quien te dice, al paso de unas semanas puede que ya forme parte de nosotros.  ¿Cuáles son esos “sólo por hoy” que te proponés en este tiempo?.

Decálogo de la serenidad – San Juan XXIII

1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.

2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, sino a mi mismo.

3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en este también.

4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.

5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.

6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.

7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos procuraré que nadie se entere.

8. Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.

9. Sólo por hoy creeré firmemente – aunque las circunstancias demuestren lo contrario- que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie existiera en el mundo.

10. Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.

 

San Juan XXIII