El Adviento es ese lila que anuncia que ya amanece

viernes, 5 de diciembre de 2025

5/12/2025 – El amanecer no llega antes porque te despiertes más temprano, pero sí podés aprender a reconocer sus señales. ¿Qué significa este color morado del Adviento que parece tan silencioso frente a las luces estruendosas de diciembre? El Padre Humberto González S.J. nos invita a mirar con profundidad ese “lila pasajero” que anuncia esperanza en medio de nuestras noches.

Un invitado que acompaña a despertar el corazón

El Padre Humberto González S.J., jesuita, misionero y comunicador espiritual, comparte esta reflexión desde Corrientes, en plena preparación para una misión. Dentro del ciclo “Reflexiones para el finde”, profundiza el sentido del Adviento como tiempo de transición, de oportunidad y de mirada contemplativa. Con un lenguaje cercano y profundamente humano, invita a descubrir en el color morado un mensaje que va mucho más allá de la liturgia.


Un Adviento que empieza de a poco, como el amanecer

Mientras diciembre estalla con bocinas, fiestas y compras, el Adviento aparece casi tímido, como ese tono lila que solo ven quienes se detienen a contemplar el horizonte. Para el Padre Umbi, ese color expresa la oportunidad de un nuevo día sin negar las noches vividas: dolores, fracasos, ausencias.

“El Adviento nos invita a no olvidar la noche, pero sí a integrarla al amanecer que se viene.”
— Padre Humberto González S.J.

Este tiempo no busca cargar al creyente de penitencia sino invitar a una esperanza activa, donde convive una revisión sincera de la vida con la alegría del nacimiento que se acerca.


Un tiempo de transición que transforma

Así como el lila dura apenas unos minutos antes de que salga el sol, el Adviento es un tiempo breve pero decisivo: invita a pasar de la noche al día, del desánimo a la expectativa, del cansancio a la profundidad. No podemos apurar la Navidad, pero sí disponernos para que el nacimiento encuentre un lugar verdadero.

Y ahí aparece una pregunta que desarma: “¿Dónde va a nacer Jesús este año en tu corazón?”

No se trata de organizarle la vida a Dios —dice el Padre Umbi— sino de dejar que Él elija su propio Belén en nuestra historia, incluso si ese lugar es pobre, frío o distinto al que imaginábamos.


Dios trabaja nuestros deseos

El relato del Evangelio de los ciegos que gritan a Jesús atraviesa la reflexión. El Adviento, insiste el sacerdote, es un tiempo donde el Señor madura nuestros deseos, los purifica, los profundiza, o incluso nos muestra cuando son caprichos disfrazados de necesidades.

“Jesús sabe lo que queremos, pero cuando Él lo trabaja, nosotros lo entendemos mejor.”

Este proceso interior abre espacio para reconocer por dónde quiere Dios sorprendernos en este tiempo.


Para quienes sienten el corazón vacío

Una de las partes más fuertes del encuentro es la referencia a San Pedro Fabro, quien vivió un Adviento “vacío”, sin fervor. Aun así, en Navidad experimentó una gracia nueva: el pesebre también fue pobre e indigno… y Dios eligió nacer ahí.

El mensaje es claro y consolador:

  • Si estás sin fuerzas
  • Si la noche parece larga
  • Si te cuesta sentir la fe
  • Si las preocupaciones te superaron

Aun así, Dios quiere nacer en vos.

Y lo hará, aunque sea en un rincón frío de tu vida, porque la Navidad —recuerda— es gratis, cercana y para todos.


El Adviento, un llamado a despertar la esperanza

La imagen del amanecer recorre todo el mensaje del Padre Humberto y permite una clave espiritual profunda: el Adviento es el momento del día en que la luz todavía no venció a la noche, pero ya está ganando terreno.

A la luz del Evangelio, este tiempo es una invitación a:

  • Confiar incluso cuando no vemos claridad
  • Volver a mirar la vida con ojos sencillos
  • Reconocer las señales de la presencia de Dios en lo cotidiano
  • Levantar la cabeza cuando el ánimo decae
  • Dejarse sorprender por un Dios que nace en lugares inesperados

La pregunta de Jesús —“¿Creés que puedo hacer esto?”— se vuelve una llave interior. No se trata de voluntarismo espiritual ni de negar las dificultades, sino de hacer memoria de un Dios que cada mañana nos renueva su promesa.

El Adviento es proceso, movimiento, vulnerabilidad y confianza. No se celebra desde la productividad sino desde la apertura del corazón. Y en este tiempo de apuros, compras y presiones, su tono suave puede ser exactamente lo que necesitamos para volver a lo esencial: Dios nace, y nace para vos.