Beato Enrique Shaw: el empresario con sangre obrera

jueves, 18 de diciembre de 2025

18/12/2025 – La noticia de la beatificación de Enrique Shaw, el primer empresario en camino a los altares, ha despertado una profunda alegría en la comunidad cristiana y, especialmente, en su familia. Sara Shaw de Critto, una de sus hijas mayores, compartió sus vivencias y la serenidad que le produce este reconocimiento eclesial. Para ella, la santidad de su padre no fue una sorpresa de último momento, sino una certeza que la acompañó desde su infancia: “Yo como hija lo había presentido ya en vida de él; le decía que iba a ser un santo de altar”, recordó con emoción.

Uno de los episodios más significativos en la vida de Shaw ocurrió durante su enfermedad, cuando debió recibir numerosas transfusiones de sangre. En aquel entonces, los obreros de la cristalería Rigolleau concurrieron masivamente para donar por él. Sara relató que su padre, lejos de verlo como un simple gesto médico, lo vivió como una unión mística con sus trabajadores. “Él decía: ‘Por fin ahora pueden decir que tengo sangre obrera’”, señaló Sara, aludiendo a cómo Enrique transformaba los prejuicios de la época sobre los empresarios en una verdadera comunión de vida.

La gestión de Shaw en la fábrica no se limitaba a los balances económicos, sino que se centraba en la dignidad humana. Sara destacó que su padre no buscaba el aplauso fácil, sino que era un hombre exigente debido a la complejidad de la industria del vidrio, donde un error podía ser fatal. Sin embargo, su diferencia radicaba en el interés genuino por el otro: “Los demás directivos se iban derecho a la oficina a leer el diario, pero mi papá andaba caminando por ahí y la gente se lo acordaba sesenta años después”.

Esa cercanía se manifestaba también en una alegría contagiosa que, según Sara, es una marca distintiva de la gracia de Dios. Lejos de una imagen solemne o distante, Enrique Shaw es recordado por su buen humor y sus ocurrencias para divertir a sus hijos, como aquella vez que atrapó un pequeño roedor para sorprenderlos en el desayuno. “La santidad es divertida”, afirmó Sara, explicando que esa luz interior se transmite de manera natural en las acciones diarias, incluso en las más rutinarias.

Su formación como marino también dejó una huella imborrable en su forma de entender la empresa. Para Shaw, una fábrica funcionaba como un barco en medio de la tormenta, donde existe una interdependencia absoluta entre todos los tripulantes. “Los marinos tienen esa mentalidad de que si el barco se hunde, se hunden todos; esa mentalidad de que todos tienen que poner el hombro la llevó a la fábrica”, explicó su hija, resaltando la escala de valores que su padre mantuvo firme a pesar de los conflictos sociales de la época.

Finalmente, Sara reflexionó sobre el legado de Enrique en un contexto donde la figura del empresario suele ser cuestionada. Para ella, el testimonio de su padre demuestra que cada minuto es una oportunidad de servicio. Citando una enseñanza que le dejó el proceso de conocer más a fondo la vida de su progenitor, concluyó: “Cada minuto es importante porque cada minuto es una ocasión de santidad”. Hoy, esa vida entregada a la «comunidad de vida» que es la empresa, se ofrece como un faro de esperanza para toda la Iglesia.

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