3/12/2025 – “Estoy seguro de que habitaremos para siempre en el costado herido del Salvador”. Con esta frase de San Francisco de Sales, el Padre Javier Soteras nos invita a contemplar un modo profundamente humano y cercano de unirnos al corazón de Cristo. En un nuevo encuentro del ciclo “Enseñanzas desde el magisterio de la Iglesia”, el Padre Javier Soteras, sacerdote y director de Radio María Argentina, nos ayuda a sumergirnos en el espíritu de la encíclica Dilexit Nos del Papa Francisco. Desde el punto 114 del documento, el P. Javier profundiza en la espiritualidad del Sagrado Corazón según San Francisco de Sales, una de las fuentes más luminosas para la vida cristiana cotidiana.
El P. Javier destaca cómo San Francisco de Sales invita a “habitar interiormente en el corazón de Cristo”, una imagen profundamente bíblica que remite al discípulo amado recostado sobre Jesús. Para el santo, este corazón no es un símbolo sentimental, sino el espacio concreto donde cada persona está escrita por su nombre, como en el libro de la vida.
“Nuestros nombres están escritos en el corazón adorable de Cristo” — San Francisco de Sales
Esta certeza no es un consuelo abstracto: expresa la relación personal que el Señor ofrece a cada creyente, lejos de vínculos impersonales o genéricos.
En uno de los momentos más profundos de la charla, el P. Javier subraya que incluso cuando “no sentimos nada”, el deseo sigue siendo camino de encuentro. Retoma una intuición de San Buenaventura:“El deseo toca a Dios”.
En tiempos de desolación espiritual, ese anhelo basta para abrir el alma al fuego del Corazón de Jesús, que —dice Francisco de Sales— arde continuamente por nosotros.
Ante la pregunta sobre los momentos de frialdad o distancia, el P. Javier responde con claridad pastoral:recordar lo que en otro tiempo nos hizo bien. Allí vuelve a encenderse el fuego. Fuego–amor–deseo: tres palabras que en Francisco de Sales son casi sinónimos.
El texto de Dilexit Nos invita a volver una y otra vez a la imagen del discípulo amado. En medio de una vida agitada, exigente, llena de problemas cotidianos, Jesús sigue diciendo:
“Vengan a mí los que están afligidos y agobiados.”
El descanso no se encuentra fuera de la vida, sino en medio de ella, reconociendo que ya estamos “dentro del corazón de Cristo”.
El P. Javier aclara un punto esencial: la mística auténtica no es evasión, ni mirada perdida, ni espiritualidad desencarnada. Es relación viva con Cristo que nos pone en movimiento.
Aparece así la figura de Santa Margarita María Alacoque, quien recibió revelaciones del Sagrado Corazón que no la aislaban, sino que la lanzaban a comunicar el amor de Jesús. Toda experiencia auténtica de Dios, recuerda el P. Javier, se reconoce por los frutos que produce.
Las palabras de la santa sintetizan el ideal cristiano: que el corazón de Jesús “tome el lugar del nuestro”,que sus pensamientos, deseos y afectos se vuelvan los nuestros. Es el eco de San Pablo: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí.”
Esta transformación, explica el Padre Javier, no es privilegio de unos pocos: es la vocación profunda de todo bautizado.
El mensaje final es claro: la gente sencilla entiende esta verdad mejor que nadie, porque vive desde el corazón. Radio María —dice Soteras— es una escuela donde los “pequeños sabios” enseñan cada día con su fe humilde.
En tiempos donde tantas voces generan ruido interior, volver al corazón de Cristo es recuperar lo esencial: nuestra identidad y nuestra dignidad.
La encíclica Dilexit Nos, iluminada por la enseñanza de San Francisco de Sales, nos recuerda que no caminamos solos. Incluso cuando las preocupaciones, el cansancio o la falta de respuestas nos abruman, Dios ya nos lleva grabados en su corazón. Antes de cualquier mérito, antes de cualquier esfuerzo, antes incluso de nuestro propio amor, está su iniciativa.
Esta certeza cambia todo. Si estamos escritos en su corazón, podemos vivir con una confianza nueva:confiar en medio de la incertidumbre, descansar en medio de la actividad, amar incluso cuando nuestras fuerzas flaquean. Como enseña la Doctrina Social de la Iglesia, la persona humana vale por sí misma; y en Cristo vemos ese valor expresado de modo total.
La espiritualidad del Sagrado Corazón no es devoción antigua ni accesorio piadoso: es camino de humanización profunda, de mansedumbre, de humildad, de paz interior. Un camino para que, poco a poco, el corazón de Jesús se vuelva el nuestro.