El sueño: un pilar de la salud que requiere transiciones lentas

miércoles, 19 de noviembre de 2025

19/11/2025 – El descanso nocturno, lejos de ser un simple lujo o una pausa en la rutina, es un proceso imprescindible que impacta directamente en nuestra salud física y mental. El Dr. Pablo López, psicólogo especializado en sueño, subraya que, así como es importante ir anunciándole al organismo la hora de dormir, el despertar debe ser un proceso gradual. «Cuanto más progresivo sea el proceso de despertar, mejor nos vamos a sentir», afirma el especialista, desaconsejando el hábito de estirar la alarma al máximo y levantarse de forma brusca.

La transición abrupta entre el sueño y la vigilia puede tener consecuencias negativas en el inicio de la jornada. Levantarse «hasta lo último» y «salir corriendo» alarga el tiempo que necesita el cerebro para alcanzar un adecuado nivel de alerta. El Dr. López explica que esta práctica puede hacer que las personas se sientan «desmotivados, mayor dificultad para hacer las cosas, este, incluso malhumorados». Por ello, es esencial que «los pasos entre la vigilia y el sueño no sean tan bruscos para un lado y para el otro», promoviendo una entrada y salida del descanso de forma progresiva y anunciada.

La relevancia del sueño reside en su función restauradora. «La importancia del sueño la vemos en que todas las especies necesitan dormir», señala el Dr. López. Este proceso vital se equipara a la respiración o al latido del corazón: es necesario para que el organismo funcione de forma óptima en todas sus dimensiones: física, mental y emocional. Cuando el descanso no es suficiente, ya sea por la cantidad de horas, por la profundidad o por un horario alterado, el organismo lo resiente, manifestándose en una sensación de «embotamiento» y dificultad para llevar adelante la rutina.

Las consecuencias del mal dormir se manifiestan a largo plazo, y el Dr. López busca tranquilizar a padres recientes, indicando que la adaptación a los cambios de rutina con bebés es un período acotado y no debe generar una preocupación inmediata. Sin embargo, el insomnio crónico no tratado sí se asocia a un mayor riesgo de desarrollar condiciones médicas serias como la diabetes tipo 2, la obesidad, enfermedades cardiovasculares y, potencialmente, la enfermedad de Alzheimer. El especialista enfatiza que es inusual que alguien solo duerma mal, ya que esta condición suele ir acompañada de una vida más sedentaria y una peor alimentación.

Aquí reside la clave del enfoque integral del especialista: el sueño, el ejercicio físico y la alimentación son los «tres pilares del bienestar que están íntimamente relacionados». Dormir mal afecta los mecanismos de hambre y saciedad, llevando a dietas más calóricas, y reduce la motivación para hacer actividad física. Por ello, el Dr. López aconseja defender la alimentación saludable y el movimiento sostenido, incluso cuando el descanso es deficiente. No hay que vivir el ejercicio como una obligación, sino como una actividad que genera gratificación, pero se debe tener cuidado con el timing: hacer ejercicio muy cerca de la hora de acostarse activa el organismo, volviéndose «incompatible con el sueño».

Finalmente, la alimentación también influye en la calidad del descanso. Comer en exceso por la noche, como un asado abundante, se asocia a un sueño menos profundo y a interrupciones, pues el proceso digestivo requiere una activación fisiológica importante. De igual modo, el consumo de alcohol genera una somnolencia inicial engañosa, pero después afecta el mantenimiento del sueño, llevándolo a la fragmentación. El mensaje central del Dr. López es que el cuidado de la salud es un todo sistémico e integral: el respeto y los límites al sueño deben darse en constante vínculo con la alimentación y la actividad física, siendo las condiciones que hacemos durante la vigilia las que favorecen un buen descanso.

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