10/11/2025 – La inteligencia artificial ya no es sólo tema de laboratorios o aplicaciones móviles: hoy corre, salta, respira y compite junto a los atletas de elite. Silenciosa, casi invisible, se mete en los botines, en las camisetas y hasta en las pelotas de fútbol para registrar cada paso y cada latido. ¿Qué significa este salto tecnológico para el deporte… y para nosotros como sociedad?
En un nuevo encuentro del ciclo “Un mundo artificial, ¿una sociedad más humana?”, el especialista en tecnología Ezequiel Romano nos ayuda a mirar este fenómeno con profundidad, entusiasmo y también cautela.
Hoy, un jugador puede entrenar aparentemente solo alrededor de una cancha, pero no está solo: un pequeño sensor en su pecho mide su pulso, la respiración, el ritmo y la carga física para evitar lesiones y mejorar su rendimiento.La IA procesa millones de datos por segundo, ofreciendo información precisa para que deportistas y entrenadores tomen mejores decisiones.
Así, el deporte también entra en la era de los “gemelos digitales”: representaciones virtuales del atleta construidas con todos sus datos de movimiento, esfuerzo y desempeño.
Rápidamente, la inteligencia artificial se volvió indispensable.Para 2025, la industria deportiva invertirá más de 11 mil millones de dólares en IA. Tres de cada cuatro equipos de ligas profesionales ya la utilizan para:
El rendimiento mejora y los tiempos de recuperación se acortan. Pero esa misma precisión abre preguntas éticas profundas.
El VAR en el fútbol o el “Hawkeye” en el tenis son ejemplos familiarísimos.Las cámaras y softwares deciden si la pelota picó adentro o afuera, si un gol fue válido o no. Cada decisión se vuelve más justa… pero también más fría, más técnica, menos humana.
¿Hasta dónde delegar en la máquina?¿Desaparece la intuición del árbitro?¿Dónde queda la pasión, el error humano, la famosa “picardía” que marcó tantas historias del fútbol argentino?
Son preguntas que no buscan nostalgia, sino equilibrio.
Romo vuelve una y otra vez sobre un punto crucial: los datos.
Además, la IA puede amplificar desigualdades: los clubes con más recursos tendrán más tecnología, más precisión y mejores resultados.La “democratización tecnológica” se vuelve imprescindible para no convertir el deporte en una brecha aún mayor.
Un caso sorprende: un joven londinense, sin recursos ni contactos, grabó sus entrenamientos en una app de scouting con IA.El algoritmo analizó su técnica, la comparó con miles de jugadores y… lo descubrió.Hoy entrena en la Premier League.
Una máquina vio lo que ningún cazatalentos humano vio.¿Milagro tecnológico? ¿O un nuevo modo de mirar el potencial humano?
La IA puede hacer más eficiente el juego, más precisas las decisiones, más seguras las prácticas. Pero no reemplaza la madurez, la disciplina, el carácter ni la historia personal del deportista.La tecnología no explica —ni jamás explicará— la pasión, la entrega, el corazón.
Y, como recuerda Romano, todo sistema puede equivocarse o ser manipulado.Por eso, el desafío es claro: equilibrio.Ni tecnoptimistas ingenuos, ni paranoicos.Humanos con herramientas, no herramientas que reemplacen lo humano.
La IA puede ayudarnos, complementarnos y ampliar nuestras posibilidades. Pero el rumbo no debe marcarlo la máquina: lo marcamos nosotros.El deporte nos recuerda que lo más valioso sigue siendo el corazón humano, su libertad y su capacidad de superarse.
En Radio María Argentina queremos pensar estos temas desde la fe y la responsabilidad, para construir juntos un mundo más justo, más fraterno y, sí, también más humano.