Sinodalidad y profetismo: reflexiones de Marcela Mazzini

viernes, 7 de noviembre de 2025

07/11/2025Marcela Mazzini, teóloga que participó en el Sínodo de la Familia y es parte del equipo sinodal de Argentina, compartió sus reflexiones sobre el camino de la sinodalidad que la Iglesia está transitando. Destacó que el proceso, entendido como el «caminar juntos» de todo el Pueblo de Dios, se vincula estrechamente con la no plena asimilación del Concilio Vaticano Segundo en Latinoamérica, especialmente en conceptos clave como la Iglesia como Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo.

Para Mazzini, esta asimilación incompleta es lo que dificulta vivir la sinodalidad, ya que aún persiste una visión de la Iglesia como una «pirámide», a pesar del llamado del Papa Francisco a «invertir la pirámide». En este modelo, «arriba está todo el pueblo de Dios», con algunos que acompañan y uno (el Papa, el obispo, o el párroco) que toma las decisiones finales, pero «nunca cortándose solo». La meta es avanzar hacia consejos pastorales cada vez más deliberativos.

La teóloga también abordó la participación en el Sínodo de la Familia, describiéndola como una «experiencia de iglesia única» que amplifica la dimensión de la Iglesia Universal. Se sorprendió por la amplitud de las problemáticas abordadas, que iban más allá de la preocupación local sobre los divorciados en nueva unión. Mazzini citó: «En Asia el tema era la de la violencia y de los matrimonios mixtos. Y en África el problema de las migraciones y de los chicos que quedaban con sus abuelos mientras sus papás emigraban a Europa. En fin, el mundo es mucho más amplio, ¿no?, que lo que uno a veces se imagina». Afirmó que tomar conciencia de esta realidad, de su variedad y riqueza, «fue una experiencia del Espíritu Santo realmente».

Un punto central en su exposición a los obispos fue el profetismo de todo el Pueblo de Dios, vinculado al sensus fidei o sentido de fe que poseen todos los bautizados. Según la teóloga, ser profeta desde el Bautismo no es adivinar el futuro, sino «reconocer la presencia de Dios en la realidad». Mazzini explicó que cuando todo el Pueblo de Dios cree algo, «se vuelve infalible cuando cree». Por ello, el desafío para los pastores es escuchar esa voz de Dios que habita en la comunidad, atendiendo a «la gente de la comunidad, digo, yendo al llano, que camina el barrio, que conoce el barrio, es la que mejor a veces te puede decir qué es lo que necesitamos».

Para encauzar este escuchar y discernir, el «instrumento que es muy valioso» que trajo el camino sinodal es la «conversación en el Espíritu», una metodología de discernimiento comunitario con el objetivo de «buscar y encontrar la voluntad de Dios». Mazzini advirtió sobre el riesgo de confundir discernimiento con democracia o con una mera suma de opiniones: «El consenso es decir, ‘Bueno, a ver, es por acá o es por allá’… ir juntos a encontrar la voluntad de Dios». Esto exige «mucha apertura, mucha humildad para escuchar» y evitar la tentación de «decir, ‘yo me hago la que escucho y después pero ya tenía pensado de antemano lo que íbamos a hacer'», lo cual «quemó la bala de plata de la sinodalidad».

Finalmente, la teóloga reconoció que vivir la sinodalidad implica una «conversión» y presenta desafíos, sobre todo porque «no estamos entrenados en esta manera». Citó que, si bien hay resistencia en distintos estamentos, la mayor a veces se da en los presbíteros. No obstante, el camino sinodal es «lo que Dios quiere de la Iglesia en este tiempo, en el tercer milenio». La clave está en comprender que el proceso es mejor acompañado si la decisión se toma «juntos», incluso si es más largo, porque «caminar en comunidad nos es como un reaseguro que si yo me equivoco va a venir una hermana y un hermano a corregirme».

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