Susana Pires: Es bueno es salir del egocentrismo de nuestro sufrimiento para escuchar la voz interior de nuestro ser querido que falleció

lunes, 15 de junio de 2020
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15/06/2020 – Todos los lunes el Padre Mateo Bautista, sacerdote camilo, nos acompaña en un ciclo donde abordamos los diversos tipos de duelos y cómo poder elaborarlos. En esta oportunidad escuchamos el testimonio de Susana. Esta historia se encuentra dentro del nuevo libro del Padre Mateo que se llama “Si curas la herida de tu hermano”.

– Está bien. Te doy permiso, pero sólo por media hora. Antes de irte, dame un abrazo.
– No, mamá, porque si te abrazo, me vas a agarrar y no me vas a dejar ir.
Y se fue a las cuatro de la tarde, feliz, sin el abrazo, pero tirándome besos de lejos. Se colocó el casco y subió a uno de los cuatriciclos. Alrededor de las cinco de la tarde lo llamé por teléfono para decirle que lo estaba esperando para irnos de compras y me contestó:
– Estoy yendo viejita. ¡Te amo! Estas fueron las últimas palabras que oí de mi hijo Emmanuel, antes de que fuera asesinado.

Mi nombre es Susana. Tengo 63 años. Soy jubilada. Mamá de cuatro hijos y abuela de cuatro nietos. Día 9 de diciembre del 2014, todo transcurría en forma normal, con muchas alegrías en casa. Yo, recién jubilada; mis hijos mayores, ambos casados, con hijos y con muchos proyectos; mis hijos más pequeños, terminando su ciclo escolar y sus actividades deportivas con éxitos.

Mi hijo Emmanuel tenía 16 años. La tarde del 9 de diciembre de 2014, a las 16,00 horas, lo vinieron a buscar sus amigos para dar una vuelta en cuatriciclo por la playa, como lo hacían siempre. Se fueron por la costa hasta “El Sombrerito”, distante ocho kilómetros de la ciudad. Emmanuel estaba allí parado, al lado del cuatriciclo, junto a sus tres amigos, con el casco puesto, mirando hacia el mar desde el acantilado. De pronto, cae al suelo. Sus amigos, que estaban a su lado, sin entender nada, trataron de esconderse, porque escucharon disparos. Como pudieron, llamaron por el celular pidiendo ayuda.

Al lugar llegaron la policía y las autoridades. La ambulancia tuvo que aguardar al pie del acantilado. Lo asistieron lo más rápido posible. El médico dijo que una bala le había atravesado su cabeza y que había muerto en el acto. ¿Qué había ocurrido? Dos sujetos, padre e hijo, tiradores expertos y conocedores de todo tipo de armas y también del lugar, estaban de cacería, según manifestaron ellos, persiguiendo a un guanaco, animal que difícilmente anduviera por la costa.
En un segundo, todo se convirtió en un infierno. El aturdimiento y la oscuridad se apoderaron de mi vida y de toda la familia. Los amigos y la comunidad quedaron consternados. Me sentía desnuda en el medio del desierto. El dolor visceral me dejo ciega, sorda y muda.

¿Cómo se elabora el duelo por la muerte de un hijo asesinado?; ¿Cómo se vive la primera etapa?; ¿Cuál es la importancia de abrirse a la ayuda de los demás?; ¿Cuál es el rol de la fe en este proceso?; ¿Se puede ser feliz después de una circunstancia tan dolorosa? Para conocer las respuestas a estos interrogantes no te pierdas de escuchar la entrevista completa en la barra de audio debajo del título.