24/05/2021 – La hermana Ana Yapura, misionera de Rosa Mística en la provincia de Córdoba, compartió pequeñas experiencias de vida sobre el Espíritu Santo. “En nuestros ritos y vida de fe empleamos palabras difíciles como Pentecostés, que significa tuvimos 50 días de la Pascua y que el Señor nos envía el Espíritu Santo. Tenemos que animarnos a compartir de lo sencillo, lo casero. El Espíritu Santo es el amor entre Dios Padre y su Hijo Jesús. Nosotros somos portadores del Espíritu desde el bautismo. Nos animemos a encontrar en la vida cotidiana su presencia, eso nos ayuda a catequizar, a evangelizar. De los niños es de quien más aprendo, pero también de la naturaleza que me rodea. Con el Espíritu nos entendemos todos, nos hermanamos en la oración aun cuando hablemos en idiomas diferentes”, sostuvo la religiosa.
“Yo siempre fui muy tímida, cuando venían visitas me metía debajo de la cama a la espera que se vayan. No quería hablar con nadie que no fuera de mi familia. Y ya estando aquí, en Rosa Mística, hubo una vez que tuve que dar una catequesis a un grupo de jubilados que nos visitaba. Y yo no sabía qué decirles, así que recé mucho, le pedí al Espíritu Santo que me auxilie. Cuando me enfrenté a toda esa multitud, estaba llena la capilla, les leí el evangelio del día. Y luego muchos me comenzaron a hacer preguntas y gracias a Dios pude responder. Lo mejor es que no me bloqueé. Y hasta cuando salimos de la capilla comenzaron a acercarse a mí, y yo me moría de vergüenza. Todo fue posible al Espíritu Santo. Él es el que nos transforma”, dijo Yapura.
“El papa emérito Benedicto XVI nos enseña que sin el Espíritu Santo no hay Pentecostés, y sin Pentecostés no hay Iglesia. Esta fiesta no es una casualidad, los apóstoles vencieron la cobardía y se animaron a anunciar a Jesús. Tenemos que invocar más al Espíritu de Dios, declararnos sus devotos”, cerró la hermana Ana.
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