25/06/2018 – Hermosa reflexión de un fraile franciscano francés, que nos invita a vivir desde el desprendimiento.
“Si le hubieran preguntado a Francisco qué es un corazón ligero, seguro que no habría respondido con una definición abstracta. El vivía, cantaba e iba con un paso tan ligero que ni siguiera levantaba el polvo del camino. Y su respuesta habría tenido la ligereza de su corazón:
‘Me preguntas que es un corazón ligero.
Escucha: Un pájaro canta en el jardín. No lo molestes.
Hazte lo más pequeño posible, difumínate, súmete en el silencio.
Escúchalo. No trates de atraparlo ni domesticarlo.
Es la creación la que canta. Y su canto es el de su Creador.
Las rosas se abren en el jardín.
Déjalas florecer. No extiendas la mano para tomarlas.
Alégrate de verlas tan bellas, tan frescas.
Es la sonrisa del Creador.
Y, sobre todo, si Dios viene a florecer en tu jardín,
no intentes reducirlo a tus dimensiones.
Deja que Dios sea Dios. Y alégrate de que lo sea.
Que florezca en tu jardín o en el del vecino poco importa.
Es Dios, y eso basta.
Y si te encuentras con un miserable, con un ser dolorido o desesperado, cállate y escúchalo.
Llena tus ojos de su presencia, de su existencia, hasta que el mismo descubra en tu mirada que existe de veras y que tu eres su hermano.
Entonces encontrarás los gestos y las palabras oportunos.
Y quizá no haya nada que decir o hacer. Él existe.
Tú le has hecho existir. Tú has sido Dios para tu hermano.
Entonces también tu oirás el canto de la flauta nueva.
No serás un violento ni un depredador. Conocerás la alegría divina de existir.
Tendrás el corazón ligero.’ “
Eloi Leclerc – “El Sol sale sobre Asís” Editorial Sal Terre
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