Tengan paz

miércoles, 5 de noviembre de 2014
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05/11/2014 – En el último tramo de la misión, el padre Javier Soteras, emitió la catequesis desde resistencia Chaco. Quien nos invitó a que pidamos que nuestro corazón sea blindado por el don de la paz; ojalá que entre mate y mate que vamos compartiendo, también nosotros sintamos que el corazón se nos va blindando en medio de la conflictividad que vamos viviendo.

De ésta manera dió comienzo a la catequesis partiendo desde el siguiente versículo:

“Tengan valor yo he vencido al mundo.”
                                                        Jn 16, 33

A veces nos pasa, cuando reflexionamos nuestra propia vida, que nos encontramos como rengueando por algún dolor que más que físico suele ser del alma , y nos repetimos: “Si no hubiera sucedido tal cosa yo estaría mejor, no habria perdido la paz”. Uno tiene la tentacion de querer volver el tiempo atrás. Como si tomando el túnel del tiempo pudieramos modificar el destino y todo seria distinto.

Las cosas son como fueron y en todo caso somos protagonistas del presente, solo podemos vislumbrar el futuro como una profecía. Pensar que no hay, ni habrá dificultades en la vida es una ingeniudad.

Cuando nos encontramos con amigos o conocidos y nos preguntan el usual “¿Cómo estás?” Nuestra respuesta es casi una muletilla este “todo bien” y “muy bien” y no no damos tiempo para expresar, y expresarnos a nosotros mismos, en un lugar sano, lo que verdaderamente nos pasa. Es una respuesta automática y no del todo cierta. Todos en esta vida tenemos alguna dificultad; todos estamos anotados en la lita de los que de alguna manera hemos sido marcado por las heridas de nuestra historia.

Hay un proverbio chino que dice “El árbol quiere la paz pero el viento no se la concede.” Pareciera ser ser que la conflictividad es parte de la vida así que con viento y todo la paz tiene que estar presente.

En lo cotidiano nos sucede que nos encontramos con algún gesto inesperado que viene a romper con ese preacario equilibrio de paz. En la convivencia familiar encontamos miles de estos ejemplos en donde pareciera ser que el mensaje es “La paz no está”. Es el viento que amenaza con la paz del árbol. Es allí en donde podemos decirle al árbol y a nosotros mismos que la paz está y es un don, un regalo.

Hagamos el ejercicio de anotar en el mapa de nuestra realidad familiar, laboral, etc, cuales son esas dificultades con las que nos encontramos para poder reconocer, con certeza, que Dios está ahí dándonos su paz a pesar de los fuertes vientos que soplan.

Recordemos a la primera comunidad cristiana en donde no faltaban las luchas, los conflictos y desencuentros. Todo parecia amenazar constantemente la paz. Allí Jesús aparece, con las marcas de la resurrección en su cuerpo diciendo “Soy yo, tengan paz.”

Pidamos que la gracia de la fuerza de la resurrección nos traigan la paz, esa que se mueve en otro plano y nos sostiene en el peregrinar.

 

 

Salgamos del bunker

Había una vez, un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron y el rey observó y admiró todas las pinturas que le presentaron pero solamente hubieron dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.

La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos aquellos que miraron esta pintura pensaron que ésta reflejaba la paz perfecta.

La segunda pintura también tenía montañas. Pero éstas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacifico.

Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado placidamente un pajarito en el medio de su nido…
Paz perfecta… ¿Cual crees que fue la pintura ganadora?

El Rey escogió la segunda. ¿Sabes por qué?

“Porque,” explicaba el Rey, “Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz.

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La paz es un don de Dios, la paz no es ausencia en medio del conflicto, es presencia de un estado distinto que sobrepasa el conflicto sin apartarnos de él. No es “Que se caiga el mundo; mientras nos salvemos nosotros…”

Tan otra cosa es que Jesús mismo aparece como aquel que la comunica.

Volvemos sobre la experiencia de la Pascua. Dice la Palabra que, en ese primer bunker eclesial, en donde los discípulos estaban cn miedo después de la muerte de Jesús, Él aparece atravesando las paredes, se hace presente regalándoles el don de la paz.

Para Jesús no hay encierro que pueda detenerlo para llegar hasta hasta donde quiere con su mensaje de paz. Hoy tambien, en nuestars situaciones tormentosas nos visita diciéndonos que no está en el encierrro la respuesta y la solución. Negando la realidad no alcanzamos la serenidad. Solo afirmando la fe en Jesús resucitado epodemos permanecer serenos, tranquilos, sin encerrarnos, en medio de nuestras dificultades.

No busquemos un bunker, vayamos serenos y tranquilos que el Señor va con nosotros. Tengamos paz. Que la gracia de la resurrección llegue a cada familia a cada situación de conflicto, pidamos esto al Señor. Que Él abra las puertas de todo aquello que busca encerrarnos, achicarnos. Salgamos, no nos quedemos, por miedo, encerrados.

Junto con el don de la paz, Jesús advierte cual es la dificultad para vivirla en libertad: el miedo, es quien nos retare y nos priva del encuentro con la paz que va delante de nosotros, que es el mismo Jesús que nos guía con el don de la paz.

No tengamos miedo que Jesús va con nosotros.

Mi lugar de paz

Volvemos sobre el cuadro que el rey observaba y nos detenemos en el arbusto que sostenía, en medio de esa escena tormentosa, el nido con un pajaro sereno él.

Traigamos esas tormentas personales, esas que tienen nombre, apellido, restro concreto. Nos detengamos frente a ellas porque también es real que así como existe la tormenta, también existe ese pájaro que descansa sereno sobre su nido. Dentro del cuadro de nuestra vida, nosotros estamos llamados a no dejarnos llevar por esa tormenta que parece arrasar con todo. Intentemos descubrir a ese pájaro dentro de nuestro cuadro. Puede ser un espacio o momento del día, tu comunidad, la tarea que realizas. Existen muchas cosas que a lo largo del día nos invitan al don maravilloso de la paz.

Es bueno que en el cuadro de la vida nosotros encontremos ese nido que nos comunica la paz y buscar la manera de permanecer allí. Para muchas personas es la memoria fresca de lo vivido, por ejemplo la infancia bien vivida. En la mirada histórica podemos encontrar ese don de paz que nos permite, en medio de los sacudones de la vida, llegar hasta donde estamos invitados. Tal vez sea un paisaje, un cuadro. Nos animemos a preguntarnos qué detrás de eso bonito que me atrae me conecta con ese lugar de paz.

Jesús nos invita a que volvamos a ser como niños. Que no es la inmadurez sino volver a ese lugar del corazon donde la vida se hace sueño, posiblidad. Nos pasa, como adultos, que nos vamos armando de un montón de resguardos y le quitamos al alma la posibilidad de que se despliegue, como lo hacen los niños.

Miguel de Unamuno, un escritor y filósofo español ateo, cuando visitó Belén encuentra que la puerta de entrada era muy bajita y que solo los niños pueden entrar de pie, los adultos solo agachados. Es decir, para poder entrar en el miesterio de la vida es necesario hacerse como niño. Él lo entendió y ante ese miesterio no hubo ateísmo capaz de hacer callar su oración. Así le rezó a Dios:

Agranda la puerta…
Agranda la puerta, Padre,
porque no puedo pasar.
La hiciste para los niños,
yo he crecido, a mi pesar.

Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad aquella
en que vivir es soñar.

En Belén encontramos la paz. Vamos acrecándonos sobre a este lugar de alguan manera y alli encontramos este don maravilloso de la paz. Belén es un mensaje de paz porque allí todos nos volvemos como niños.