“Me gustaría que alguien contase, en el día de mi muerte que Martin Luther King trató de vivir en el servicio a su prójimo. Me gustaría que alguien dijera aquel día que Martin Luther King trató de amar a alguien. Ese día quiero que puedan decir que traté de vestir al desnudo. Quiero que digan ese día que dediqué mi vida a visitar a los que sufren en las cárceles. Y quiero que digan que intenté amar y servir a los hombres. Si, y si quieren también, que fui heraldo.
Digan que fui heraldo de la justicia. Digan que fui heraldo de la paz. Y todas las otras cosas superficiales no tendrán importancia. No tendré dinero para dejar cuando me vaya. No dejaré tampoco las comodidades y los lujos de la vida. Porque todo lo que quiero dejar a mi partida es una vida de entrega.
Y eso es lo que tengo que decir. Si a alguien pude ayudar al encontrarnos a lo largo del sendero. Si a alguien pude alegrar con una canción, si a alguien pude hacerle ver que había escogido mal camino, entonces mi vida no habrá sido en vano. Si consigo cumplir con mis deberes, tal como debe cumplirlos un cristiano, si consigo llevar la salvación al mundo, si consigo difundir el mensaje que enseño el Maestro, entonces mi vida no habrá sido en vano”.
Martin Luther King
su testamento