23/10/2025 – En el tercer episodio de «Gigantes de Nuestros Mares» aprendimos sobre la tonina común. Por su fisonomía, también es conocida como «delfín nariz de botella» y su forma de vida sorprende por múltiples motivos. Para conocerla nos acompañó la bióloga Aluminé Orce, investigadora del Instituto de Conservación de Ballenas (@icb.argentina), dedicada a las tareas de fotoidentificación de la ballena franca austral.
En las aguas del Atlántico Sur habita uno de los cetáceos más carismáticos y reconocibles del planeta: la tonina común, también conocida como delfín nariz de botella. Este mamífero marino, famoso por su inteligencia y su aparente sonrisa, forma parte de los odontocetos, el grupo de cetáceos que poseen dientes, a diferencia de las ballenas con barbas.
Aluminé Orse explicó que esta especie “es uno de los delfines más conocidos, lamentablemente también porque es muy común en los oceanarios, donde ha sido utilizada con fines de entretenimiento”. Sin embargo, aclara que su verdadero esplendor se aprecia en libertad, donde despliega su velocidad, acrobacia y compleja vida social.
Los delfines nariz de botella habitan aguas templadas y costeras, y pueden medir entre 2,5 y 4 metros, alcanzando los 350 kilos en la adultez. Sus grupos, altamente sociales, pueden estar formados por unas pocas parejas o por manadas de cientos de individuos. Según Aluminé, “son animales muy carismáticos, con una estructura social compleja; las madres permanecen mucho tiempo con sus crías y las sociedades suelen ser matriarcales”.
Además de su comportamiento gregario, los delfines destacan por su capacidad de comunicación y ecolocalización. Emiten sonidos para ubicarse en el espacio y para reconocer a otros individuos mediante una “firma acústica” única, algo así como un nombre propio. “Usan el sonido para comunicarse, para orientarse y para encontrar alimento; tienen un órgano especial en la cabeza llamado melón, que amplifica las ondas sonoras bajo el agua”, detalló la investigadora.
Aunque el delfín nariz de botella se distribuye en casi todos los mares del mundo, la expansión urbana, el tráfico marítimo y el cautiverio han reducido algunas de sus poblaciones. Hoy se lo considera una especie vulnerable, especialmente en sus subpoblaciones costeras. Observarlos en libertad es una forma de valorar su presencia y de promover su conservación como parte esencial del ecosistema marino argentino.
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