08/02/2022 – Esta semana en “Levántate y resplandece” se abordó cómo el proceso de sanación de las heridas del aborto conlleva un gran desafío: lograr que se pueda ir transformando el dolor que deprime en un dolor que redime.
Nos encontramos con muchas personas heridas, ancladas en su pasado, en su error, en su culpa…sin poder alzar la cabeza y descubrir un Dios que no nos abandona, que nos ama incondicionalmente así, con todas nuestras flaquezas, y que nos quiere no “a pesar de” nuestras heridas, sino “a través de” ellas. Un Dios que nos transforma y puede hacer de nuestras debilidades, fortalezas; siempre que pongamos nuestras vidas en sus manos.
En estos procesos de sanación, la persona acompañada es protagonista y tiene un papel activo, con participación en esta decisión de sanar:
–Su pasado, a través de la sanación de la memoria: entregando a Jesús nuestro pasado, nuestra historia para que esas partes oscuras de nuestra historia se puedan ir iluminando con Su Luz. En palabras de nuestro Papa Francisco: “Depositar nuestra lastimada vida en las manos de nuestro lastimado Salvador, para que nuestra memoria se vuelva ofrenda”
–Su presente, asumiendo y abrazando esta realidad para poder hacer el duelo. “Lo que no es asumido, no es redimido”. Poder aceptar y descubrir la Misericordia de Dios, para perdonarse ellos mismos, es necesario para hacer el duelo de su hijo
–El futuro, re significando el dolor. Encontrando un nuevo sentido que los saque del vacío y la pérdida de sentido en sus vidas. La esperanza les permite vivir el presente en lugar del pasado. Honrar la vida, dista mucho de seguir anclados en la culpa, la vergüenza, en enojo. En palabras de Francisco: “el amor de Dios no se limita simplemente a perdonar, a sanar, sino que el amor de Dios nos empuja a tomar decisiones, a despegar.”
El camino de la reconciliación es doloroso, implica abrir heridas y enfrentarse con uno mismo para poder asumir nuestras responsabilidades. Pero el final de este camino, es el encuentro con Jesús, con su perdón y su Misericordia. Es recuperar la paz.
“Que nuestra memoria se vuelva ofrenda” para transformar y re significar el dolor.
El padre Germán hizo un llamado especial a sus hermanos sacerdotes a descubrir la grandeza y los beneficios de este proceso de sanación para la transformación en las vidas de las personas heridas por el aborto: “He visto los cambios en ellas. No son las mismas, incluso físicamente, en sus rostros”.