Tú me conoces Señor

miércoles, 8 de septiembre de 2021
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08/09/2021 – Porque todo lo conoce a la perfección, puedes estar seguro de que te conoce perfectamente a ti, en todo lo que eres, en todo lo que piensas, en todo lo que haces: “Señor, tú me sondeas y me conoces, tú sabes si me siento o me levanto, de lejos percibes lo que pienso. Aun no llega la palabra a mi boca y tú Señor ya la conoces por entero. Maravilla de ciencia que me supera, tan alta que no puedo alcanzarla” (Sal 139, 1-2.4.6). Conoce también mis tentaciones, mis debilidades, mis límites y mis intenciones más ocultas: “Él formó el corazón de ellos y puede discernir todas sus obras” (Sal 33, 13s). Por eso puedo decirle: “Tú conoces mi torpeza” (Sal 69, 6).

Esto es muy importante, porque así como conoce tus malas intenciones también conoce tus buenas intenciones, sabe como nadie que a veces te equivocas sin quererlo, entiende como nadie esas debilidades que te cuesta controlar. Comprende tus límites y los envuelve en su misericordia. Pero también es importante que sepas que cuando oras, él comprende perfectamente lo que quieres decirle. Es importante que le cuentes las cosas como si él no las supiera, porque él ama que tengas una confianza total para hablarle. Pero no es necesario que pretendas informarle cada detalle, porque él ya lo sabe todo. No sólo lo sabe, sino que comprende a fondo lo que hay en tu corazón. Nadie podría comprenderte como él.

No pienses entonces que él conoce en general tu persona, o tus acciones, o tus sentimientos, o tus propósitos. No los conoce en general sino en particular, en su realidad más íntima, en todos sus detalles. Decía santo Tomás que “si el conocimiento que Dios tiene de las cosas distintas de él fuese sólo general y no particular, entonces ese conocimiento no sería perfecto y así tampoco sería perfecto su Ser divino” (ST I, 14, 6).  Cuando las personas santas descubren esto se llenan de admiración, porque sienten que Dios las trata como si fueran lo único que existe en la tierra: “¿Cómo es esto mi Dios? ¿Acaso te faltan creaturas para tratar, que te olvidas de todas y parece que sólo me atiendes a mí?”.

Esto puede resultar molesto, e incluso agobiante. Cuando nosotros decimos algo de Dios siempre le ponemos una cuota de desconfianza, de negrura, de molestia. Si decimos que es eterno nos parece demasiado lejano, si decimos que está siempre presente nos parece un detective que nos espía, si decimos que nos conoce nos parece que está controlando permanentemente nuestros errores y que es como un hermano mayor que nos asfixia. Pero todo eso es falso, son productos de nuestra imaginación y de nuestra sensibilidad débil.  Si Dios te conoce perfectamente eso es lo mejor que te puede pasar. Porque los demás te conocen parcialmente y casi siempre se equivocan, ignoran tu ser más profundo, tus buenas intenciones, te interpretan mal. Menos mal que Dios sí te conoce realmente como eres, y no sólo conoce tus caídas, conoce también tus intentos, tus buenos deseos, tus búsquedas legítimas, y sabe que muchas veces caes por debilidad, no por maldad, y sabe que muchas veces te equivocas sin darte cuenta o cometes errores sin mala intención. Él ve todo eso que los demás no son capaces de ver. ¡Gloria a Dios!