25/02/2015 – Esta meditación del Reino, es una llamada al seguimiento radical de Jesús, que arranca de este un encuentro personal que se hace experiencia, vivencia, intercambio de vidas.
Un encuentro donde Jesús entra en la vida de uno y la conmueve, la conmociona y la transforma. Un encuentro marcado por la fascinación, el desconcierto, la sorpresa, la seducción. Un encuentro donde Jesús es alguien vivo que llama a su empresa.
Alguien actual, presente, interesado por mi vida y capaz de hacerla cada día más apta para su servicio. Encontrarse con Jesús en la oración es abrir el corazón a todas las necesidades del mundo, porque en ellas está Jesús, muchas veces clavado en la Cruz, deshecho, desfigurado y sin voz…como tantos y tantos…
Sin esta experiencia de encuentro personal, en actitud orante, es imposible todo empeño apostólico. En definitiva, enamorarse, dejarse seducir por Jesucristo es permitir que Él llegue a lo más profundo de mi corazón, de mi vida, y desde allí empezar a plantearme todas las cosas de una manera nueva, distinta.
Javier Cortabarria, SJ.