Un sueño, una misión: La valentía de José ante el plan de Dios

miércoles, 18 de diciembre de 2024

18/12/2024 – Guiado por la fe y la misericordia, José se convirtió en custodio del Salvador. Su ejemplo nos invita a confiar en Dios y a convertir nuestras familias en espacios donde Él habite.

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto. Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros. Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa. Mt 1, 18-24

José: un hombre justo y dócil al misterio

La figura de José nos introduce en la grandeza de lo pequeño, en la importancia de lo cotidiano y en la profundidad del silencio. El Evangelio de Mateo nos dice que José era “un hombre justo” (Mt 1,19). San Agustín, en su comentario a este pasaje, nos ayuda a entender lo que significa esta justicia:

“José era justo porque vivía conforme a la ley, pero también porque su corazón estaba dispuesto a la voluntad de Dios, incluso cuando esta voluntad superaba su comprensión humana.”

José, al descubrir que María esperaba un hijo que no era suyo, atraviesa la prueba de la fe. Él podría haber actuado con dureza, pero elige la misericordia. La justicia de José es más que cumplir la ley: es abrirse al amor y a los caminos inesperados de Dios.

El Papa Francisco afirma que “José es el hombre del silencio, de la obediencia discreta y del amor eficaz. Él no habla, pero obra con confianza”. José nos enseña a caminar en la fe, aún en la oscuridad, confiando en que Dios cumple su plan.

El sueño que cambia todo: la confianza en la promesa de Dios


La duda de José es transformada por la intervención de Dios. El ángel le dice: “No dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa”. En ese instante, José debe decidir si confiar en un mensaje que parece humanamente incomprensible. Aquí radica su grandeza: José cree en el misterio de la Encarnación y se convierte en custodio del Salvador.

San Agustín señala con fuerza la dimensión de la fe de José:

“José durmió, pero su corazón velaba. Dios habló en su sueño, y él despertó a una obediencia activa que lo convirtió en padre adoptivo del Hijo de Dios”.

José despierta y hace lo que el ángel le mandó: recibe a María, acepta el misterio y le pone nombre a Jesús, como signo de su misión. El Papa Francisco nos recuerda que “José no es un soñador pasivo, sino un hombre que actúa con valentía. Su fe es concreta y eficaz”. En tiempos de incertidumbre, José nos enseña a obedecer con prontitud y sin condiciones.

Emmanuel: Dios-con-nosotros en nuestras familias

El texto concluye con el cumplimiento de la profecía de Isaías: “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros”. El misterio de la Navidad comienza a revelarse: Dios no se queda lejos, sino que viene a compartir nuestra humanidad. José y María son los primeros en acoger este misterio, creando en su hogar un espacio donde Dios habita.

El Papa Francisco nos invita a reflexionar sobre las familias: “Como José y María, debemos abrir nuestras casas a la presencia de Dios. En cada gesto de amor, Dios está con nosotros. En cada reconciliación, Él actúa”.

San Agustín añade:

“Dios no buscó palacios para habitar, sino un corazón humilde y una familia sencilla. En el hogar de José y María, Emmanuel nos enseña que lo sagrado florece en lo cotidiano”.