19/06/15 – María Cecilia Perrín de Buide nació en Punta Alta (Buenos Aires), se casó y durante los primeros meses de su primer embarazo le detectaron un cáncer grave. Su vida estaba en riesgo y había que aplicarle un aborto terapéutico. Ceci tenía su decisión tomada: ofrecería su vida por la de su hija María Agustina. Se puso en manos de Dios. Su hija nació en julio del 1984 en Buenos Aires, y ocho meses después, con 28 años Cecilia murió. Hoy está en proceso de beatificación.
En diálogo con su esposo Luis Buide, relató a Radio María Argentina cómo conoció a Cecilia, “desde el principio fue ella la que me hizo acercarme a la iglesia”, “no era muy practicante en ese momento, pero me acerqué no porque me forzara la relación que tenía con ella, sino porque ella tenía el don de transmitir lo que sentía y vivía, su experiencia con Dios, que realmente contagiaba”. “Era sorprendente la profunda fe que tenía y la forma tan natural de vivir su amor al al prójimo” recuerdó su esposo.
Al poco tiempo de quedar embarazada, a su esposa le detectan un cáncer irreversible, que para él fue “un baldazo de agua fría”. Se puso muy mal, pero “Cecilia lo tomó con naturalidad, ella tenía tanta fuerza interior que me fortalecía con sus palabras permanentes”.
Con admiración Luis recuerda los momentos de dolor vividos como matrimonio “el contraste, el dolor físico que padecía y por el otro lado, transmitiendo un amor permanente, que en este caso era yo el que lo estaba experimentando. Esto me permitió fortalecerme y estar a la par, tratando de apoyarla y seguir adelante de la mejor manera”.
“Ella estaba convencida de que era un pedido de Dios, en todo momento mostró una fortaleza, que sólo podía venir de Dios”.
“En un momento se planteó la posibilidad de un aborto terapeútico, ante lo que fue automático y tajante su negativa, fue un no rotundo, priorizando antes que su vida la de su propia hija”.
Yo te digo francamente y lo confieso “en algún momento de este camino de la enfermedad, me puse mal con Dios”.
“Un día a la mañana estábamos charlando, y me dice “independientemente como siga mi enfermedad, si yo parto hacia la casa de Dios, deseo que consigas otra persona para que esté al lado tuyo, para vos y para Agustina”. “Si la decisión es que parta, yo quiero que prontamente vuelvas a formar otra familia”.
“Yo conocí a Mónica, mi señora actual, con la que tengo cuatro hijos más, y Cecilia nos sigue cuidando, yo lo siento, todos los sentimos”. “Mi señora Mónica siente la familia de Ceci como familia propia, compartimos fines de año, estamos en contacto permanente entre todos. Dios me dio la posibilidad de ser padre de cinco hijos, de tener la responsabilidad, y también contar con la gracia de sentir a Cecilia constantemente entre nosotros”
Una de sus últimas palabras recuerda Luis fueron “Yo partiré pero quiero que me recuerden como he vivido toda la vida”. Estaba en ella el espíritu focolarino, por eso el traslado de sus restos a la Mariápolis en la localidad de O´Higgins, provincia de Buenos Aires, lugar que ella consideraba especial por el amor que allí se experimentaba.
“Se puede vivir la vida viviendo profundamente lo que Dios nos pide”. María Cecilia Perrín
El 10 de noviembre de 2005 la Santa Sede declaró a Perrín de Buide Sierva de Dios, dando así el consentimiento para que se inicie su causa de beatificación y canonización. Su proceso de beatificación se inició en febrero de 2007.
Su fama de santidad, su heroicidad en la entrega, su ejemplo de vida cristiana y muchas gracias que fueron escuchadas y concedidas, han hecho que se inicie su causa de canonización.
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