09/07/2020 – Los argentinos, a diferencia de la mayoría de los países que tienen una sola, tenemos dos fechas patrias: el 25 de Mayo y el 9 de Julio. Es como si una persona hubiera nacido dos veces y por eso festeja dos cumpleaños cada año.
Esta situación plantea la necesidad de entender por qué la revolución y la independencia no se dieron en un mismo acto. Transcurrieron seis años entre una y otra, los que van de 1810 a 1816; y otros ocho hasta concluir la guerra en 1824. Se trata, entonces, de un proceso de catorce años, plagado de idas y vueltas, marchas y contramarchas, gobiernos efímeros, logias en acción, grietas internas, maniobras diplomáticas y guerra inconclusa.
A lo largo del proceso independentista, la política y la guerra fueron de la mano pero también estuvo presente la diplomacia en algunos capítulos este proceso.
En contacto con Radio María Argentina, el historiador Esteban Dómina sostuvo: “La independencia va cambiando de contenido, no son los mismos de acuerdo a los contextos de época. En 1816 tenía un fuerte contenido o sentido territorial pero se han ido agregando otros factores con el transcurso del tiempo y de los siglos que van incorporando nuevos ingredientes para realmente ser un país independiente”.
Domina aseguro que existe un “concepto de Independencia que dejo de ser absoluto porque el mundo actual es inminentemente interdependiente. Se parte de la base de que ningún país puede tener fronteras cerradas o no tener relación con el resto pero, para que esas relaciones sean maduras, sean responsables y beneficien al país deben partir de la base de un concepto, de una construcción de Independencia que requiere de una serie de factores y de otros condimentos”.
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