22/05/2024 – Compartimos un pasaje del evangelio de Marcos, capítulo 9, versículos del 38 al 40. Vemos cómo el Señor, luego de hablar a sus discípulos acerca de la importancia de hacerse el último y el servidor de todos, necesita refrescarles una vez más que el llamado es para todos. Aparecen personas que expulsan demonios en su nombre y no son de los que él llamó especialmente, no son los del grupo de Jesús. Sin embargo, el Espíritu de Dios actuaba también en ellos. A los discípulos, que caminan junto a Jesús, esto los desconcierta. Les cuesta entender que la vida que Jesús propone es para todos, les cuesta aceptar y entender que el Espíritu de Jesús sopla cómo y dónde quiere.
Juan le dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”.Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.
Esto nos deja algunas enseñanzas:
En primer lugar, no somos dueños, sino servidores.En segundo lugar, los celos y las envidias matan la unidad.Por último, tenemos que tirar para el mismo lado.¿Qué actitudes de apertura para con los demás descubrís que Dios te está pidiendo hoy?
No a los auditores espirituales.
Los discípulos fácilmente caen en la trampa de creer que ellos tienen el monopolio del Espíritu Santo. No terminan de entender que Jesús viene para todos. Claramente. Piensan que ellos son únicos y especiales. Que no puede haber otros. Que todo va a pasar por ellos. Que ellos son los únicos mediadores de la gracia de Dios. Jesús los corrige inmediatamente. No son los únicos y no todo pasa por ellos.
Jesús les dice otra novedad que es buena noticia: “El que no está contra nosotros, está con nosotros”. Después de tantos siglos nos sigue pasando lo mismo, seguimos polarizados, seguimos siendo celosos, nos cuesta entender el obrar de Dios y a veces enjaulamos al Espíritu Santo. Esto nos deja en claro hoy el Señor. Hay que trabajar por la unidad, por no dejar que la división vaya ganando terreno en tu vida de fe. Por eso es importante pedir la gracia del discernimiento. Acordate, nadie puede hacer un milagro en el nombre de Jesús y luego hablar mal de él. Por los frutos los reconocerán dice el Señor. Cuánto tiempo y situaciones perdidas en enfrentamientos. Hay que valorar a la gente que suma, que cree en Jesucristo, aunque piense distinto que vos. Cuántas realidades en nuestras comunidades y en nuestra sociedad cambiarían, si nos dejáramos formar por el Espíritu de Jesús, mirando y agradeciendo todo lo que Él obra por fuera de nuestros grupos o instituciones. Pidamos al Señor la gracia de la unidad y de reconocer su paso en todo lo que vemos.
Vos fíjate cuántas cosas nos producen miedo en nuestro día a día, cuánto tiempo uno invierte pensando en eso y a veces parecemos una religión del miedo: “¡Cuidado! Dios te va a castigar”, y dejamos que esa sea la frase protagonista, todo está mal, todo es pecado. Y nos acercamos a Dios tal vez por miedo. Hay gente que le tiene miedo y pánico al diablo. Pero lo más importante es confiar en Dios, conocerlo a él, descubrirlo vivo y presente. Nos falta a los cristianos reconocer el amor de Dios, que nos cuida, que nos protege. Por eso hoy saná tus miedos confiando en Dios, así que andá a la Eucaristía, arrodillate, contá con la Palabra, volvé a los sacramentos, rezá como hijo. El secreto está en acercarte a Dios.
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