Vayan por todo el mundo anunciando el Evangelio

lunes, 20 de febrero de 2012
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Hoy, 25 de enero, la Iglesia nos invita a recordar al apóstol San Pablo, este santo, este amigo de Jesús, y meditar no solo el momento de su entrega, tal como lo celebramos cada año el 29 de junio, en la fiesta solemne de San Pedro y San Pablo, sino reflexionar en la conversión de Saulo de Tarso, el discípulo que evangelizó a los gentiles, hasta dar la vida por ellos.

“Entonces Jesús se apareció a los once y les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán».” Mc- 16, 15-18

La Palabra nos sitúa ante un Jesús resucitado que se presenta junto a sus discípulos, ante los once que permanecieron en la fe (sabemos que uno de ellos ya no estaba, y por eso lo destaca el texto). Este Jesús superador, victorioso, lleno de gloria, se presenta una vez más junto a sus amigos, sus elegidos, con quienes compartió su vida y su enseñanza. Les deja un enorme desafío, que es un estilo de vida, para los apóstoles y para todos nosotros. También hoy nos dice que vayamos y anunciemos el Evangelio a toda la creación. Vayan. El salir, el dejar atrás la vida común, la de todos los días. Vayan a lo desconocido. Vayan teniendo los mismos sentimientos de Cristo, como nos dice San Pablo: mirar como Él, mirar con Él, para llevar el fuego del Evangelio. Anuncien el Evangelio a toda la creación, que no quede rincón sin iluminar por la gracia de la Palabra. Jesús mismo es el mensaje que tenemos que ir encarnando, asumiendo como los apóstoles y llevarlo a todo lugar, en todo momento. El Señor nos invita y nos desafía. Ya no dicen síganme, vengan y vean, sino que ahora Jesús nos envía, nos manda, nos invita a ir, aparentemente, solos (pero sabemos que Él nos prometió que estaría con nosotros hasta el final).

Aquí está la clave: que asumamos como propios los desafíos de su corazón, hacer nuestro su amor, su mirada generosa y abarcativa, que supera las diferencias, las fronteras humanas de este mundo.

Hoy que recordamos a San Pablo, el mensaje es poder encontrar y reconocer a Jesús, para poder llevarlo a los demás. Reconocer que Jesús nos eligió y nos llamó para ser apóstoles, para aprender de Él y luego predicarlo, anunciarlo y vivirlo, y en nuestra vida hacer realidad este mensaje: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación”.

Nos sucede como cuando transitamos por nuestras rutas, cuando viajamos: las señales viales nos permiten avanzar, conocer las opciones para seguir, cuál es el camino que vamos haciendo parte de nuestro viaje. Sin embargo, si miramos para atrás, ya no nos sirven, no nos pueden guiar. Lo único que nos acompañó desde siempre, como en la ruta, será la línea blanca o amarilla; así también en nuestra vida vamos avanzando y descubriendo en lo de todos los días, lo que el Señor nos invita a vivir, cuál es el camino que nos lleva a Él, desde lo concreto y sencillo de cada día, al preparar el desayuno, al ponerme a trabajar o a estudiar, en las cosas concretas Jesús me invita a seguirlo. Y así nos damos cuenta de que siempre estuvo acompañándonos y guiándonos.

Hoy también, haciendo el recorrido interior, miramos cuál es el camino que nos lleva a Jesús: el de la fe, de escuchar el Evangelio, dejarnos ayudar por la Palabra… Seguramente hay muchas señales que el Señor ha puesto en nuestra vida. Y, sin embargo, al encontrarlo nos sentimos sorprendidos e indefensos y queremos entonces que Él nos hable al corazón.

Sin dudas, hoy es un día de gracia: Él nos invita a reconocerlo en nuestra vida y nos hace capaces de llevar la Buena Noticia por todo el mundo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.”  Aquí podríamos decir que está la opción vital: creer aquello que el Señor nos propone en el Evangelio y vivirlo.

Padre Daniel Tejeda