Vengan a mí los cansados que yo los aliviaré

miércoles, 9 de diciembre de 2015
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9/12/2015 – Jesús tomó la palabra y dijo: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.”

Mt 11,28-30

 

 

¡Bienvenidos a la Catequesis! Hoy en el evangelio el Señor nos invita a descansar en Él: ¿Cuáles son esos lugares,…

Posted by Radio María Argentina on miércoles, 9 de diciembre de 2015

 

Descansar en Dios

Al descanso lo traducimos en distracción, en apartarnos del ruido de lo cotidiano para encontrar  espacios de recreación para que cambiando actividad, de todos estos lugares de distensión poder encontrar lugares y recuperar vínculos, renovar nuestras energías, reacomodar la carga, decantar la vivencia de lo que intensamente vivido se vuelve para nosotros muchas veces estresante. El descanso es sin duda una saludable experiencia que debemos aprender a administrar para poder vivir en plenitud. Es parte de la vida el saber descansar, hace a la calidad de plenitud de vida en la santidad. La propuesta del Evangelio es aprender a descansar en Dios.

Tras unos días de fin de semana largo de descanso y reposo quizás nos venga bien pensar y dejarnos decir por el Señor que necesitábamos este tiempo para descansar. En el descanso siempre aparece el horizonte de lo que nos espera por delante con una perspectiva diferente.

Las cualidades propias del descanso son: la recreación, el modificar las actividades, la recuperación de los vínculos y de las energías nos permite a nosotros hoy desde la Palabra de Dios el poder vivirlo en Él que nos llama y nos dice Vengan a mi todos los que están afligidos y agobiados que yo les daré descanso.  Vení conmigo a recrear nuestro vínculo y desde mí con los demás, vení a renovarte, vení a tomar nuevas energías. 

Cuando uno se siente muy cansado, se siente desparramado, como con las energías dispersas y desordenadas. Jesús nos invita a ir a Él para recuperar el centro, para retomar las energías. El descanso no es para siempre, es una etapa que hay que saberla vivir en profundidad, aprovecharla en hondura y saberla disfrutar en  la perspectiva de lo que vendrá. Está pensada como un adelanto del cielo, pero es un tomar aire para seguir adelante. No se puede recrear la vida si uno no se ha recreado. Allí es donde la vida se desarrolla, crece, se rejuvenece y se revitaliza.

Hacia el fin de año, el Señor nos dice “vení, vamos a centrar las cosas en su eje. Dejemos el cansancio, el agobio, las aflicciones”. Es ir hacia donde Dios nos quiere conducir poniendo la mirada en Él. Es Jesús quien nos descansa porque centrando la vida en lo importante nos vuelven las fuerzas. 

Cuando uno está muy cansado hace bien pensar en un lugar donde uno encuentra reposo, un vínculo que nos haga bien, o alguna actividad que nos recree desde adentro.

En estos tiempos que nos toca vivir nos invita el Señor a volver a El. Vengan a mi, dice Jesús, los que estén afligidos y agobiados, yo les daré descanso. Es decir yo les voy a permitir apartándose de los ruidos, de las distracciones, de los espacios de recreación, volverlos a aquel lugar de centralidad que supone el vínculo con el que nos creó y viene a recrearnos.

Son tiempos para reposar en Dios no aislándose  sino encontrando en Dios la nueva fuerza para ir sobre aquella realidad que con mucha paciencia, sobre todo con coherencia de vida evangélica, somos llamados a transformar primero en nosotros mismos, en el ámbito de nuestras familias, del matrimonios, también desde allí testimonialmente en la sociedad. Buenos testimonios de vida  familiar ordenada y centrada en Cristo con sencillez evangélica vivida en plenitud es suficiente, es más que mil palabras, mucho más que un montón de leyes que intentan a los manotazos  ordenar lo que la ausencia de Dios en el concierto de la vida social ha venido a desbarajustar. La invitación de la Palabra es volver a Jesús, a la centralidad en El.

 

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Planificar el descanso centrado en Dios

¿Cómo ayudarte a proyectar un tiempo de descanso? Supone desde un lugar diferente o con actividades distintas recuperar el centro, volver a concentrar las energías que por el mucho trabajo o esfuerzo se han dispersado. Así descansar, desde esta perspectiva, nos hace volver al centro, a lo que le da consistencia a nuestra vida y desde ahí salir con un nuevo impulso. 

El descanso en Dios es una gracia que el Señor nos quiere regalar hoy y la propone invitándonos a dejarnos alcanzar por Él. Es hacer esas actividades diferentes que nos recrean como cortar el césped o acomodar algo, regar el jardín o plantar alguna maceta, o lo que sea, pero en Dios. 

Dios es nuestra fortaleza, nuestro refugio, la roca en que me amparo dice el Salmo. Mientras todo se sacude, se mueve, todo se desestructura para una nueva construcción de los tiempos que vendrán encontrar aquí en la centralidad del vínculo con el Señor nuestro punto de referencia es no solamente saludable, recreativo, seguro, sino en perspectivas futuras de construcción desde éste lugar nuevo para nuestra vida y en colaboración por la construcción del Reino en la sociedad plural en la que vivimos.

Descansar desde la mansedumbre

Aprendan de mi, dice Jesús cuando nos invita a descansar, porque soy manso y humilde de corazón. Jesús plantea la mansedumbre y la humildad como el lugar desde donde nosotros recuperamos la fuerza para transformar la realidad. La mansedumbre es la que nos permite tener una serena y saludable distancia del fragor de la lucha de todos los días. El umbral de la tolerancia suele debilitarse cuando el cansancio se acumula y cuando planteamos mal la batalla, por eso nuestra batalla va en torno a la vivencia del Evangelio, con nosotros mismos y el ámbito propio de la vida de la familia. En lo de todos los días tenemos el riesgo de perdernos, de que nos gane el cansancio, perdamos foco y con ello la capacidad de serenidad y mansedumbre y humildad también.

El Señor nos dice dos cosas, sean mansos y humildes. Implica estar en verdad, ver con claridad cuál es el foco para no perdernos. Esta veracidad que supone estar en humildad, hace que no nos perdamos y que nos mantengamos en eje. Podemos reposar cuando en Dios nos centramos.

Jesús nos dice clarito mansedumbre y humildad que no es permanecer inactivos sino poner el ojo donde corresponde, la mirada donde tenemos que ponerla. “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”.

 

Padre Javier Soteras