La tragedia de los Andes: vivir para contarlo

lunes, 10 de noviembre de 2014


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10/11/2014 – Las montañas siguen allí. Y seguirán por siempre, marcando una historia donde el dolor y la angustia fueron superados por la esperanza y las ganas de vivir, en una lucha cara a cara contra la muerte que desafió los límites de la supervivencia humana. Allí, donde la geografía cordillerana marcada por el frío nevado de las alturas los encerró en un laberinto sin paredes en lo que parecía poder ser su final, se produjo una de las historias más sorprendentes de la humanidad: la que escribieron los sobrevivientes de la tragedia de los Andes. Que, por otra parte, fue el milagro de los Andes.

El 13 de octubre de 1972 un avión uruguayo en el que viajaban jugadores de rugby del equipo Old Christians se estrelló en la Cordillera de los Andes. Los sobrevivientes  quedaron atrapados en un lugar inhóspito, con temperaturas de 30 grados bajo cero, sin agua, abrigo ni comida, por 72 días. Los llegaron a dar por muertos. La salida la encontraron gracias a dos personas de ese grupo, que cruzaron a pie la cadena montañosa y lograron encontrar ayuda. Pedro Algorta, uno de los sobrevivientes, estuvo en Radio María contando detalles de esa historia, que reflejó en el libro “Las montañas siguen allí”, que está presentando en Córdoba.

Las montañas siguen allí es lo que viví cuando volví a pisar ese lugar. Nosotros habíamos cambiado; ellas seguían iguales. Esa experiencia nos marcó muchísimo. Sin embargo, haber pasado esa montaña no implica que después no hayan aparecido otras“. En los momentos límite, cuando la barrera entre al vida y la muerte está separada por un hilo, es cuando aparece lo más profundo de las personas. “El ser humano en el límite colabora para vivir“, expresa Pedro, quien sostuvo que fue esencial el apoyo del grupo, ya que cuando uno se caía, el resto estaba para levantarlo. “Uno de mis mayores tesoros es haber vivido una comunión íntima con mis compañeros.

La fe de esperar contra toda esperanza marcó a ese grupo humano por siempre, y fue lo que les posibilitó contar la historia después. “La presencia de Dios fue fundamental para sobrevivir, todos los días rezábamos el Rosario antes de dormir. Nosotros en el límite fuimos cada vez más humanos, más personas. Nos cuidábamos entre nosotros“, dice Pedro, sobre un grupo que tuvo que tomar la decisión de alimentarse de sus propios amigos que iban muriendo, para no fallecer ellos mismos de inanición.

Tras la experiencia de superar esos días de dificultad y dolor extremos, deja una frase para reflexionar: “Cada uno tiene sus propias cordilleras y dificultades. Después de una larga montaña viene otra”. Gran testimonio de uno de los sobrevivientes de los Andes, cuando la inmensidad de la montaña no pudo con la solidaridad de esas personas que gracias a su unión superaron la noche más larga. Y vivieron para contarlo.

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