Oración
Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Señor tu Espíritu y todo será creado y renovarás la faz de la tierra. Oh Dios, que iluminaste los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo, danos gustar todo lo recto según el mismo Espíritu y gozar de sus divinos consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen
Al comenzar este programa Palabras de Vida doy gracias al Señor de poder estar nuevamente con ustedes compartiendo este espacio con un corazón abierto y dispuesto a compartir la palabra de Dios. Antes de comenzar quiero dar una palabra de agradecimiento al padre Rubén Bellante como un acto de justicia, por su servicio que nos ha hecho tanto bien y nos ha acompañado a lo largo de este tiempo. Yo se que a veces es poco decir gracias aunque a veces también es mucho cuando sale de lo más profundo del corazón. Agradecer su amor, su entrega, su oración porque cada sacerdote que hace su programación, tiene también una vida de oración por toda esa audiencia para que el amor de Dios obre y su gracia llegue a todos los corazones. Nuevamente gracias padre Rubén por toda tu entrega y dedicación a lo largo de estos tres años
Voy a compartirles este himno del oficio de las lecturas de este sábado que me tocó el alma y con el que le digo y quisiera que vos también le dijeras“Que tengo yo que mi amistad procurasque interés se te sigue Jesús mío que a mi puerta cubierto de rocíopasas las noches del invierno oscurasOh! cuanto fueron mis entrañas duraspues no te abrí, que extraño desvaríosi de mi ingratitud el hielo fríosecó las llagas de tus plantas purascuantas veces el ángel me decíaalma, asómate ahora a la ventanaverás con cuanto amor llamar porfíaY cuantas, Hermosura Soberanamañana le abriremos, respondíapara lo mismo responder mañana
Hoy veremos el evangelio de San Lucas Cap 15 “Todos los que recaudaban impuestos para Roma y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle. Los fariseos y los maestros de la ley murmuraban este anda con pecadores y come con ellos y Jesús les dijo esta parábola Un hombre tenía dos hijos. El menor dijo a su padre, dame la parte de la herencia que me corresponde y el padre les repartió los bienes. A los pocos días el hijo menor recogió sus cosas, partió a un país lejano y allí despilfarró toda su fortuna viviendo como un libertino. Cuando lo había gastado todo sobrevino una gran escasez en aquella región y el muchacho comenzó a pasar necesidad. Entonces fue a servir a casa de un hombre de aquel país quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Para llenar su estomago habría comido hasta el alimento que daban a los cerdos pero no se lo permitían. Entonces reflexionó y se dijo. Cuantos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia mientras que yo aquí me muero de hambre
Me pondré en camino, regresaré a la casa de mi padre y le diré, padre pequé contra el cielo y contra ti, no merezco llamarme hijo tuyo, tratame como a uno de tus jornaleros. Se puso en camino y fue a la casa de su padre. Cuando aún estaba lejos su padre lo vio y profundamente conmovido salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo cubrió de besos. El hijo empezó a decirle, padre peque contra el cielo y contra ti y ya no merezco llamarme hijo tuyo pero el padre dijo a sus criados, traigan enseguida el mejor vestido y pónganselo, pónganle un anillo y sandalias en sus pies. Maten el ternero gordo, celebremos un banquete de fiesta porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado. Y comenzaron una fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo, cuando se acercó a la casa, al oír la música y los cantos preguntó a uno de los criados que era lo que pasaba. El criado le dijo, ha regresado tu hermano y tu padre ha matado el ternero gordo porque lo ha recobrado sano. El se enojó y no quería entrar. Su padre salió y trataba de convencerlo pero el hijo le contestó, hace ya muchos años que te sirvo sin desobedecer jamás tus órdenes y nunca me diste un cabrito para celebrar una fiesta con mis amigos pero llega ese hijo tuyo que se ha gastado tus bienes con prostitutas y le matas el ternero gordo. Pero el padre le respondió, hijo, tu estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo pero tenemos que alegrarnos y hacer fiesta porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado” Palabra del Señor
Esta es una de las piezas más maravillosas que lo pinta a Dios de cuerpo entero. A usted le pueden llegar a preguntar quien es Dios, léale este capitulo de San Lucas y la gente si es que anda buscando a Dios enseguidita se va a dar cuenta quien es Dios. Para conocer al Señor quizás uno de los textos para empezar cualquier catequesis sea este, con él van a conocer el rostro de Dios. La gente necesita ver, sentir, tocar. Las personas necesitamos percibir lo que tenemos que creer, no es una cosa mental, no es una cosa imaginaria. El hombre percibe profundo y la parábola del hijo pródigo es para percibir en profundidad el rostro de Dios, el auténtico Dios. Yo tengo una expresión que me la he acuñado y que me gusta compartirla y yo siempre le digo a la gente “este es el Dios a quien yo sigo, este es el Dios en quien yo creo, el Dios que es capaz de reconciliar y de hacer nuevas las cosas, este es el Dios en el que yo creo”. Yo no creo en una idea de Dios, no se necesita la fe para tener una idea de Dios, para tener un concepto y saber de la existencia de Dios no se necesita de la fe, con la inteligencia solo alcanza para saber que Dios existe
Pero para saber quien es ese que existe hay que tener corazón y por eso decimos, la fe es la gracia que nos despierta el corazón para el verdadero conocimiento. Por eso esta catequesis que hacemos tiene el camino de la Cuaresma para conocer a Dios. Quizás el gran motivo de la Cuaresma es que conozcamos quien es Dios y quienes somos nosotros “Señor que te conozca, Señor que me conozcas” La columna vertebral de la Cuaresma debe ser esta, el llegar a un conocimiento acabado, mas acabado, más profundo. Y que maravilloso que solo conociendo a Dios el hombre se puede conocer en serio a si mismo. Una de las cosas que he ido descubriendo con el paso del tiempo, lo que más me ha entusiasmado en el camino de la fe, es eso de entrar a bucear más profundo en la fe en la amistad más profunda con el Señor, porque cuanto más lo tratamos más nos humanizamos los cristianos, el ser humano se hace más persona, Dios tiene algo, hace algo, ese encuentro con El es algo que no se puede explicar tan fácilmente
El mundo da testimonio, a mi me pasó esto, yo sentí aquello, si, son expresiones que expresan verdades de los acontecimientos porque Dios es un acontecimiento, por eso el encuentro con El nos hace parte de un acontecimiento y nos damos cuenta de que hay un protagonismo de esa acción en nuestra vida cuando encontrándonos con El nos empiezan a suceder cosas. Al hombre le pasan cosas cuando se encuentra con Dios. Es increíble que un hombre que ha dedicado su tiempo, su afecto, su capacidad a la ambición, al placer, al poder o solamente al poder. De alguna manera San Pablo ostentaba el poder religioso, se había arrogado el derecho de ser el custodio de las verdaderas tradiciones y lo hacía con convicción. Pero se ve que no era el camino porque en el encuentro con el Señor a ese sí que lo dieron vuelta como una media. Así también Dios te da vuelta. El encuentro con Dios da vuelta a la persona. Y los métodos que Dios tiene para encontrarse con el hombre es otra cosa que llama la atención
Y los caminos que Dios elige para encontrarse con el hombre son una cosa de lo más original. Y les digo que me resulta tan interesante pensar en esto porque uno ve que las cosas que parecen no tener lógica, una cosa trae la otra y dos más dos son cuatro ¿no? pero en las cosas de Dios parece a veces que dos mas dos es tres o cinco o siete. Dios tiene una lógica que a veces hay que cambiar la cabeza para entenderlo. ¿Será que hay que entenderlo a Dios? O hay que dejar que El nos quiera entender y amar, dejar que El se nos acerque y aceptar su forma, aceptar su propuesta. De eso se trata el evangelio de hoy, un encuentro con Dios que cambia la vida y que al cambiar la vida no cambia algo, no cambia cosas sino que cambia una mente y un corazón. En una oportunidad, cuando fui capellán de los privados de la libertad en Paraná conocí un gran amigo, se llamaba Santacruz, era el q ue preparaba las cosas para que yo hiciera la misa y cantábamos juntos, compartíamos la palabra, hacíamos la misa, guitarreábamos, le cantábamos a Dios y a la Virgen María y una alegría los internos cuando cantábamos! Que cosa más linda.
Siempre recuerdo a Santacruz, él había llegado a la cárcel por castigar a un hijo, le pegó mal y lo mató. Hacía años que estaba en la cárcel, era un hombre reo, de la vida, duro sin una educación. No había tenido la experiencia de una familia, de un afecto en su crianza, es decir un hombre castigado por la vida, sufrido, como tantos hombres que hay en nuestra Argentina en tantos lugares, producto a veces de la orfandad que se nos va haciendo cultura cada vez más honda, la experiencia de la orfandad. Pero él tenía una expresión, en la cárcel, entre las rejas, conoció al Señor. La primera vez que fui a celebrar la misa y que comencé a tratar con los privados de libertad, hablé con él y me dijo “mire padre, yo gracias a la cárcel conocí a Jesús” nunca me voy a olvidar de esto. ¿Cómo es posible que alguien en la desgracia, encuentre el camino. Me pregunto tantas veces esto ¿Cómo es posible que en el fracaso, en la humillación más profunda, en la pérdida de todas las posibilidades ya que a este hombre le habían dado cadena perpetua, así que él iba a morir en la cárcel
Lo más sugestivo es que él lo tenía tan asumido esto que ni siquiera tenía pretensiones de salir en libertad. Un juez que lo quería mucho como sabía la verdadera cuestión, como había sido el espíritu de este hombre, porque motivos reales había llegado a la cárcel, no era porque fuera un matador sino porque fue una desgracia, le consiguió esa libertad que dan los gobiernos y el juez le fue a llevar la alegre noticia. Fue tan grande la alegría, fue tan grande la sorpresa de Santacruz que a las horas se murió de un infarto dentro de la cárcel. Siempre me acuerdo de esto. Allí vivió y allí murió, no soñó con salir, le quisieron dar una libertad pero ¿saben que? El hacía rato que era libre, hacía rato que el hombre se había liberado adentro, había aceptado, había reconocido su error, había aceptado su pecado, el hombre era libre y tenía paz y murió en su paz, en comunión consigo mismo y con Dios. Allí a la cárcel fue a parar por un hijo y la cárcel le devolvió el encuentro con el hijo. Porque la cárcel se lo devolvió a Dios convertido
“Gracias a la cárcel conocí a Jesús” A veces a nosotros pequeñas dificultades o desgracias o humillaciones de la vida nos endurecen y nos alejan tanto del Señor. Como dice Quempis, Dios visita al hombre de dos maneras lo visita con el consuelo o lo visita con la cruz. Y hay que saber esto, un cristiano tiene que saberlo que uno es alguien que se está haciendo, el cristiano es una propuesta, es un llamado muy grande, algo que supera las fuerzas humanas. Así que el hombre debe saber que tiene que cambiar, que tiene que crecer, que tiene que transformarse. El hombre está llamado a ser transfigurado, no se va a quedar toda la vida así como es, está llamado a algo muy profundo. Por eso el Señor tiene distintos caminos. El cuento que nos cuenta el Señor tiene que ver con una referencia directa con las personas con las que se estaba relacionando el Señor. El habla de una casa, de un padre que tenía dos hijos.
Ciertamente que el menor de ellos era el publicano, cuando hace referencia al hijo menor está haciendo referencia a los publicanos y a los pecadores a los que desobedecen a Dios, a los que se toman el derecho y a los que deciden la vida por sí mismos y se van. Pero también está el hijo mayor y ciertamente que hace una clara referencia y un llamado a la conversión al corazón de los fariseos que eran los que siempre habían permanecido como pueblo de Dios pero que permaneciendo, quizás, estaban muy lejos del corazón del Padre. Porque para estar cerca no hay que estar al lado, para estar cerca del espíritu de Dios no es necesario estar al lado, ni estar rezando todo el día, es necesario un corazón disponible. Pero que interesante también que esos pecadores con los que Jesús se encuentra, los que recaudaban impuestos para Roma y a los que todos odiaban, los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús y se acercaban para escucharlo. Ellos eran los que escuchaban y los fariseos no podían escuchar
Esto habla de dos formas, habla de dos situaciones interiores, habla del corazón en dos estados. El corazón del hombre es para la escucha y es capaz de salir de si mismo y si no quiere escuchar porque solo se escucha a si mismo se hace duro y se apodera de la verdad. Era lo que les pasaba a los fariseos por eso San Lucas les narra esta parábola del Señor llamándolos a la conversión. Esto de la escucha es algo muy fuerte en la experiencia cristiana, algo que nos define a los creyentes, es algo que habla de un proceso de conversión. Cuando hablamos de que el cristiano se tiene que convertir y nacer de nuevo estamos hablando de que tiene que escuchar. La palabra de Dios es tan contundente en este campo. Cuando Dios le habló a la Virgen María y le dijo “mira muchacha que te tengo una sorpresa, Yo te saludo, estás llena de Dios vos, le dijo así, estás llena de Dios y tengo un plan para vos, vas a ser la madre de Dios” Y esta muchacha se sorprende mucho porque era como un extraño que le hablaba
Resulta que era Dios y le estaba hablando y le vino a contar esta historia. Pero ella tuvo la grandeza y la humildad y tuvo la capacidad de saber escuchar y le llamó la atención. Como le llamó la atención a Moisés aquella zarza que ardía y no se consumía, entonces se acercó curioso y recibió la palabra de Dios. María también escuchó a Dios y se queda cavilando y pensando porque no le cierra, no entiende, no puede concluir ¿Cómo si yo estoy soltera? No tengo ningún vínculo con ningún hombre y entonces Dios le dice “mirá, esto es cosa de Dios María, va a venir el Espíritu, te va a cubrir con su sombra y Dios tiene una obra que la va a llevar adelante y vas a tener un hijo maravilloso, va a ser hijo de Dios, el poder del altísimo lo va a cubrir con su sombra. Y también allí tenés a tu prima Isabel” Y ahí se entró a dar cuenta de que este hombre sabía demasiado de que le estaba haciendo demasiadas referencias. Pero solo el que escucha se da cuenta de esas cosas, eso es lo que quiero decir. Ojalá hoy escuchen la voz del Señor y no endurezcan el corazón como en Meribá
La palabra escucha tiene mucha significación, es la fe del viviente, el que escucha, el que está en escucha, el creyente. Es entonces el que desde la fe puede percibir el amor de Dios y por lo tanto percibir la verdad de las cosas, puede entrar en la realidad y no andar en la superficie de los acontecimientos corriendo desesperado, queriendo manotear todo sino que el verdadero oyente, el creyente es oyente y por lo tanto puedes percibir los sonidos agudos, los sonidos ocultos, las manifestaciones serenas y secretas de Dios, el sentido de las cosas, escuchar, un llamado a la conversión. Capaz que no estamos escuchando, que en esta etapa de la vida nos está costando poder percibir tantas voces que nos indican caminos, nos indican necesidades, que nos están manifestando cosas valiosas, que nos están ofreciendo cosas y uno no los escucha porque a veces uno está como el fariseo con el corazón duro, ensimismado. Escuchar, en el libro del Deuteronomio nos dice tan lindo “escucha Israel” que linda palabra ¿no?
Y en el bautismo de Jesús “Este es mi Hijo predilecto, escúchenlo” y cuando se mandó el primer milagro Jesús que lo hizo en aquel casamiento en Canna algo parecido van a escuchar pero es lo que les dijo la Virgen a los sirvientes era esto, “hagan lo que El les diga” y así fue. Y cuando se transfiguró el Señor en la montaña frente a los apóstoles lo que les dijo fue esto, la voz del cielo les dijo “Este es mi hijo, el elegido, escúchenlo” y se revivió aquello del bautismo en el Jordán. Si parece que esa palabra “escuchen” se va transformando en la gran propuesta para cambiar nuestros corazones ¿verdad? Aquí abrí el libro de San Agustín “Las confesiones” y les voy a leer porque realmente este texto a mi me acompaña muchísimo y a tantos les pasa, a tanta gente, decir ¿Por qué me di cuenta recién ahora de tantas cosas, todo el tiempo que he perdido en la vida, no? Uno de los gestos de la conversión es como un lamento por el tiempo perdido, pero también cuando se hace aguda la mirada uno comprende que los tiempos son de Dios
Es una de las cosas más grandes que nos permite vivir en paz a los cristianos, saber que nuestra vida y nuestro tiempo son de Dios y también nuestra libertad y también nuestra creatividad y nuestros pasos y nuestras elecciones y nuestros dolores y todo en el hombre es de Dios. Por eso la experiencia en el cristianismo es una experiencia transformante y solo Dios puede hacer que vivamos con tanta dignidad aquello que a veces solo puede ser vivido sin Dios con tanta humillación y tristeza, tanta depresión. Tarde te ame dicen muchos como San Agustín, tarde te ame belleza siempre antigua y siempre nueva, tarde te ame. Tú estabas dentro de mí pero yo andaba fuera de mi mismo y allá afuera te estaba buscando. Me lanzaba todo deforme entre las hermosuras que tú creaste, tú estabas conmigo pero yo no estaba contigo. Me retenían lejos de Ti cosas que no existirían si no existieran en Ti Señor pero Tú me llamaste y más tarde me gritaste hasta romper finalmente mi sordera. Con Tú fulgor espléndido pusiste en fuga mi ceguera.
Tú fragancia penetró en mí, en mi respiración y ahora suspiro por Ti, gusté Tú sabor y por eso ahora tengo más hambre y más sed de ese gusto. Me tocaste y con Tú tacto me encendiste en Tú paz. Es maravilloso lo de San Agustín, tarde te amé belleza que estabas dentro de mí y yo andaba fuera de mí mismo. Quizás eso es lo que nos pasa a los cristianos muchas veces, estamos corriendo detrás de las cosas, estamos muy desesperados y quizás el escuchar es esto, es poder entrar en sí mismo no para ensimismarse, el cristianismo nunca es un intimismo sino una intimidad, una fuerza que proyecta, que hace salir de si pero primero hay que entrar adentro Y la escucha sucede cuando se entra y esa es la conversión que hay que hacer, dejar de rendirle culto a las circunstancias, dejar de adorar los detalles para empezar a ejercer la gran vocación de señorío que todo ser humano tiene. Pero tiene que hacerla desde una experiencia de relación, de filiación, de comunión interior. Por eso es tan linda esta parábola que nos cuenta nuestro Señor con la cual llamó y sigue llamando a la conversión, la parábola del hijo pródigo.
Tan lindo la cantidad de detalles que da, primero este muchacho pidió su herencia y lo interesante como detalle es que el padre se la da, así de simple, él la pide y la consigue, la pide y el padre le dice sírvase mi hijo, usted dispone. Es una de las cosas que me produce ternura en la contemplación de la palabra, ver el respeto que el Señor tiene de mi capacidad de locura, yo hago lo que quiero en mi vida, yo decido, voy para allá y la felicidad para mi es tal cosa y el Señor espera. Nosotros no podemos esperar, nosotros no vamos a dar así nomás las cosas, un momentito, si es para tal cosa no te la doy, te la doy si es para tal fin, sino no te doy nada. En cambio el Señor tiene ese profundo respeto, esa profunda paz, es como que el Padre se tiene una confianza en sí mismo tan grande y a la vez le tiene un cariño, un respeto que ya es reverencial el respeto que le tiene el Padre al hijo. Así nos ama Dios, queridos, parece imposible pero es la gran verdad del hombre ¿Por qué el hombre peca? A veces nos preguntamos ¿Por qué existe el mal en el mundo, porque existen las injusticias, porque existen las desgracias?
Y mucha gente dice, si Dios existiera no existirían los males, tienen esta mirada desesperada, aterradora, como buscando respuesta o solución o endilgándole el mal a alguien y lo agarran a Dios. Pero ustedes saben que todo lo que sucede justamente las injusticias nos hablan de Dios, justamente porque hay Dios hay males, es al revés la cosa. No es que porque hay males no hay Dios, no señor, justamente porque existe Dios, existe el mal porque Dios respeta al hombre, Dios respeta la desición de obrar del hombre y con que gesto de prontitud Dios da lo que se le pide. Yo quiero hacer esto, vaya usted y haga, pero es como que Dios se tiene confianza y se fue La figura es a un país lejano, toma distancia, se aleja de aquel ámbito porque a veces creemos que afuera está la solución, creemos que la verdadera vida está en hacer lo que uno quiere, disparar para donde uno quiere y entonces la gente dispara para todos lados hasta que a uno le pasa como al hijo pródigo, se va lejos y allí ¿Qué hizo con los bienes? Quiso vivir y ¿Qué hace la gente cuando tiene todo en sus manos?
Disfrutar, yo quiero gozar, yo quiero pasarla bien, quiero tener éxito, quiero estar seguro, quiero darme todos los gustos. Muy mal eh, muy mal ciertamente. Lo mismo cuando nosotros criamos un niño nunca le damos todo lo que quiere, ¿no es cierto? Si le damos todo lo que quieren le hacemos daño a los niños. Nosotros le ponemos un límite ¿no? La libertad no es para hacer lo que uno quiere, la libertad es el tesoro más grande que Dios nos ha dado y nos la ha dado para que la tengamos con la fe, para que vaya tomando luz recibiendo la fe. Por eso vivir la libertad plenamente el ser humano para nosotros es clarísimo, significa aceptar el don sobre natural de la fe para dar sentido y palabra final a nuestra experiencia de libertad y el hombre no es libre hasta que no vive en comunión, hasta que no se ata. Vivir en comunión es darse, es enamorarse, es ser parte, es tener deberes, es compartir la vida con otro, no es cortarme solo y hacer lo que yo quiera y lo demás no me interesa, la libertad está en que todo nos interese para que todo nos corresponda y porque nos pertenecemos a todos.
No es el individualismo, no es el relativismo, no es acomodar las cosas por el lado que me conviene o el que tengo ganas, no señor. La libertad iluminada por la fe esta llamada, tiene la vocación a la comunión a la pertenencia, a la corresponsabilidad, a ser parte de la vida, a sentir al otro como hermano, no usarlo al otro. Cosa grande la libertad iluminada por la fe. El muchacho se va, quiere separar la fe, quiere separar su condición de hijo de su condición de persona. Quizás uno de los puntos neurálgicos de nuestra cultura de este tiempo, separar al hombre dividirlo interiormente. Serás persona si dejás de ser dependiente, si dejás de tener comunión, si te es indiferente como decir yo hago la mía. Quizás este es uno de los problemas hondos que tenemos en nuestro tiempo, es que nos hemos acostumbrado a que para ser persona tengo que ser yo y lo demás no importa y lo que molesta va afuera. Ahora si lo que molesta es para mi bien y me cuestiona, me llama a cambiar y a crecer y eso queda afuera estamos perdiendo hermano.
El hijo pródigo se cortó solo, su identidad profunda de hijo la quiso separar de su condición de persona y se fue a un país lejano y hizo lo que su capricho quería. Es que el hombre tampoco puede ser persona si no vive en comunión y si no es hijo y si no es hermano. Es que el hombre no puede tener orden ni sentido de sus cosas si se olvida de ser hijo y de ser hermano. Y esta es la desgracia de este muchacho, se fue lejos, se cortó solo, se eliminó a si mismo y allá terminó desparramado como terminan todos los que no quieren ser hijos ni quieren ser hermanos, terminamos huérfanos y es la experiencia que estamos viviendo hoy, la orfandad como estilo de vida. ¿Qué nos propone esta parábola? Una nueva cultura, un nuevo desafío, me gusta esto del evangelio de hoy, recuperar la cultura de la filiación y de la fraternidad, conciliar pero ¿desde donde? Desde la fuerza del corazón y no olvidar esto, es un dato y una enseñanza muy grande la que da este evangelio porque este muchacho cayó en lo más bajo como a veces caemos en la vida, tocamos fondo
Y a veces estamos muy escandalizados, pero mira que desgracia, mirá que desastre lo que hizo esta pero a veces no hay como un gran desastre para encontrar un gran hijo después. Lindo saber que desde el corazón, desde la memoria que debe haber en el corazón de cada ser humano se puedan recuperar muchas pero muchas cosas esenciales, desde el corazón, desde la memoria que hay en el corazón, que lindo cuando uno anda mal en la vida recordar el amor que recibió, los besos, los abrazos, los consejos, los sacrificios que hicieron los que estaban al lado mío. No hay que olvidarse, tener memoria, en esto consistió la inteligencia del hijo pródigo, no en administrar sus bienes sino en recordar que había sido amado. Esta palabra me sugiere fuertemente una necesidad de plantear una cultura del retorno o sea, recuperar la capacidad de volver, recuperar la audacia de volver, la humildad, el ejercicio concreto de la humildad, de no tener miedo a la vida, de no tener miedo a la reconciliación, de no tener miedo al perdón, de no tener vergüenza de decir me equivoqué, es tuve mal, la pifie, metí la pata, fui yo el culpable, quiero ser honesto
Una cultura que nos llene de honestidad que nos recupere, que nos de dignidad, nos de libertad, que podamos ser nosotros, una cultura del retorno, de volver, de reconciliación, que propuesta ¿no? para muchos de nosotros puede ser muy difícil esto. Me imagino un matrimonio que se separan y llenos de culpas y de señalar al otro y culpando algunas cosas con verdad, con realidad y otras un poco exageradas y otras un poco inventadas proyectando los propios fantasmas de uno en el otro, las culpas en el otro. Lo que hacen muchos cuando se separan es culparlo al otro. En estos días estaba mirando una noticia muy triste, alguien que fue compañero mío en el seminario de Paraná se fue a la iglesia Luterana abandonó el ministerio y se fue. Entonces el dice así públicamente “me usaron” que manera de inculpar ¿no? me hace acordar al pecado original esto, cuando Dios le dice a Adán ¿Qué pasó muchacho? Le echo la culpa a la mujer, ella me dio de comer entonces el Señor le habla a la mujer, muchacha ¿que pasó? No dice, la víbora me tentó, se pasan la pelota.
Entonces a veces nos pasa esto en la vida, cuando no hay humildad no hay realismo entonces el llamado a la conversión es un llamado al realismo. Entonces para convertirme, para adquirir una capacidad de retornar de hacer posible las cosas, de recuperar hay que tener humildad, hay que tener la grandeza y la dignidad de ser humilde. Quizás la principal montaña que tenemos que remontar es nuestra dificultad para aceptar, para ser honestos con nosotros mismos, ser humilde. La humildad es la verdad, decía doña Teresa y que verdad decía esta “vieja” por algo fue Santa Teresa la grande. La humildad es la verdad. Entonces el hijo pródigo nos deja este lindo testimonio y aquí aparecen los dos corazones, el del hijo mayor que permanece duro porque no acepta el retorno del hermano, no acepta la recuperación del hermano, no lo siente hermano ¿Por qué? Porque se equivocó porque se portó mal entonces ya dejó de ser mi hermano. Es triste ¿no? Cuantas historias de estas de hijos mayores habrá en nuestro país, en nuestra familia, en nuestras comunidades católicas.
La capacidad de retorno que por otra parte tiene como contrapartida el pecador que se reconoce, toca fondo es cierto, cuando perdió todo se dio cuenta aunque sea tarde más vale que se dio cuenta. Tarde te ame belleza siempre antigua y siempre nueva. Tarde te ame Tú estabas dentro de mí pero yo estaba fuera de mi mismo. Y allá fue lo que andaba buscando, me lanzaba todo deforme entre las hermosuras que Tú creaste. Que bárbaro San Agustín, cuanta verdad, que vivencia. Entonces la humildad debe regresar. Cuantos matrimonios se podrían recuperar quizás sin demasiadas exigencias y quizás hay una sola, quizás se simplifique todo mirando esta parábola. Retornar a mi matrimonio quizás sea la humildad de reconocer que me equivoqué, la humildad es la verdad, reconocer que jugué, la humildad de decir no hice lo que tenía que hacer o esperé de vos lo que tenía que hacer yo o la humildad de decir yo me calle soy responsable, de decir yo fui el causante y te inculpé a vos, yo puse otro argumento, yo mentí. Que grande reconocer el pecado
De esto se trata en este tiempo la vida de los cristianos, un profundo reconocimiento de la pobreza no como obstáculo y la miseria, no como obstáculo y el pecado, no como obstáculo. Sino reconocimiento de la pobreza del pecado, de la miseria de uno para facilitar la recuperación de la persona, de la dignidad, gestar una cultura del reencuentro, los amigos, los familiares, a veces no nos hablamos con los viejos, los hermanos, si habrá gente peleada y lo peor de todo es que muchas veces la gente se engaña. Porque van a misa, rezan son buenos pero no perdonan ah pero van y comulgan eso si. Ah si yo tengo derecho a comulgar y tengo derecho a odiar quiero tener todos los derechos. Yo creo que el camino de la verdad tiene que llevarnos por un camino de humildad que sea concreta, que seamos realistas con nosotros mismos. Este muchacho tuvo la grandeza de reconocer su pobreza y una cosa que destacamos hoy es la memoria de su corazón. El tuvo capacidad de darse cuenta que el padre era grande.
Solo en la miseria, solo en la distancia, esos son los caminos de Dios, a veces es necesario el pecado en la vida para darse cuenta quien es Dios, lamentablemente o gracias a Dios, no se cual es la expresión adecuada y yo diría que hay que superar una mentalidad moralista y voluntarista y yo diría que hay que ser más humanos, más reales, más aterrizados y yo creo que necesitamos concretar esta cultura de retorno todos aprendiendo a ejercita humildad, a reconocer la verdad y recordar cuanto Dios nos ama. Creo que esta es la clave y el llamado de que yo así como soy capaz de ser una basura, una porquería en algunos momentos de mi vida, yo, tan poca cosa, puedo ser alegría para Dios. No tengas miedo de ser alegría para el mundo que te rodea
Padre Mario José Taborda