11/08/2025 – El quinto programa “Memoria viva de los mártires riojanos”, compartimos “sobre alguien que quizás muchos consideran con verdad la quinta mártir, que es la esposa de Wenceslao Pedernera, llamada Coca, su nombre es Marta Cornejo. Nació en el año mil novecientos cuarenta en Rivadavia, provincia de Mendoza, y tendremos la voz de ella, por las razones de horario, ella tiene ochenta y cuatro años, aunque está muy bien, hemos grabado algunos audios con ella, incluso hay un video para que nos cuente esa cuestión doméstica, ¿Cómo se conoció con Wenceslao? ¿Qué le llamó la atención? ¿Cómo fue esta historia de amor y martirio que ellos vivieron, ¿no? Coca era profundamente religiosa, en su familia, con su mamá, ella heredó la devoción a la Virgen, el rezo del Santo Rosario, la importancia de la fe en Jesucristo”, expresó la Hna. Silvia.
La Hna. Silvia compartió que en una conversación que tuvo hace poco con Coca, ella añora a Wenceslao, desea estar con Wenceslao, y, por ejemplo, dice Wenceslao era tan lindo, era tan bueno, si estuviera ahora acá, estaríamos los dos viejitos, tomando mate, él siempre lindo, más lindo que yo. También contaba que Wenceslao, bueno, le gustaba cantar, le gustaba tocar la guitarra, le gustaba el fútbol, era hincha de boca Wenceslao, y Coca cuenta cómo se apasionaba cuando escuchaba por la radio, en esa época, los partidos de fútbol, era un hombre común y Coca también era una mujer común (…) Coca nació en una zona rural, entre viñedos, fue una mujer sufrida, anónima, silenciada prácticamente hasta ayer, su familia fue y es sencilla, con la dignidad de los que viven con su trabajo, sus manos están marcadas por el tiempo, las labores de cada día, ella aún cultiva una huerta, y el patio, un jardincito que tiene justo delante de su casa, es el que solía cuidar Wenceslao, y ella dice, esto lo cuido yo, y no dejo que lo toquen otros, aunque por ahí está medio improlijo, porque ese era el patio de ella y de Wenceslao”.
En el primer audio de Coca nos cuenta la historia de amor con Wenceslao, cómo se conocieron: “Yo lo conocí enmaderando la viña de mi papá, una parte que mi papá tenía descompuesta, la viña. Y el patrón mandó arreglar las viñas, todas las hileras de viña, o cuarteles de viña, que se dice así en Mendoza, que estaban descompuestos, así en mal estado. Y bueno, había un grupo de enmaderadores, se les decía, y tenían ellos un hombre que el que iba y hablaba, el que los gobernaba a ellos, y les decía cómo tenía que hacer el trabajo. Bueno, él había entrado en un grupo así de trabajo, eran como siete. Y, claro, vine a la casa a un muchacho a llevar agua, a pedirme agua, lo atendí. Este, bueno, ahí él le ha dicho que había una chica soltera, muy linda, pero que tenía un hijo. Invento del otro. Entonces, vino él a llevar agua en un momento dado. Me saludó, todo bien. Pero nada. Apenas lo vi por primera vez, amor a primera vista. Y por segunda vez, cuando vino, entonces me dice, ¿usted es soltera? Sí, en lo que vino a buscar el agua. Sí, le digo, yo soy soltera. Pero tiene un hijo usted. ¿Quién dice que tengo un hijo yo? Sí, mucha gente que venía a llevar agua dice que usted tiene un hijo. Entonces yo le dije, mire, mañana venga a las once de la mañana y yo le voy a demostrar si tengo hijo o no tengo. Así usted se queda tranquilo y yo me quedo tranquila. No hemos hablado ninguna cosa, que él me quería, que yo casi había enamorado de él. Entonces vino el otro día a las once de la mañana. Vino a llevar agua otra vez. Entonces le digo yo, ahí está el hijo mío, está mi mamá dándole el pecho. Sí, es una hermanita que tengo chiquitita le digo yo, y esa es mi mamá, está en la silla sentada dándole el pecho. Bueno, después el otro día vino a hablar que él tenía interés en mí. Entonces él me dijo que si yo sentía algo de interés por él. Sí, le digo yo, porque lo que yo sentí fue primera vez. Uy, no me diga, dice. Sí, le digo yo, el otro muchacho, le digo usted, cuando apenas lo vi ese día, que me dolió, el otro muchacho que fue y le dijo tal cosa, y el otro no había hablado nada conmigo, le digo yo, su compañero de trabajo. Sí, sí, dice”.
La hna. Silvia le pregunto: Y Coca, ¿te acordás qué día fue que se pusieron de novios? Y Coca expreso que no lo recuerda: “No, no me acuerdo, fue como en el mes de agosto de 1960, porque yo me casé en el 62. Bueno, entonces dijo él que él se quería ponerse de novio conmigo. Bueno, le digo yo, pero yo debía advertirte de una cosa, le digo yo, mi papá es muy molesto, le digo yo, no sé si va a poder llegar a hablar. Entonces le digo yo, este, que mi papá era muy, muy embromado, no sé si lo va a dejar, que yo mandarme a cambiar, no me voy a disparar nunca, porque los chicos, yo soy la más grande, los cuido, el mayor era varón. Este, entonces yo de dispararme a la casa nunca le digo yo, pero no sé cómo sería para enfrentarlo a mi papá. Dice, yo voy a venir y lo voy a enfrentar”.
En otra parte de la nota, Coca compartió como fue cuando Wenceslao le propone matrimonio: “Siempre me dijo Marta, no le gustaba decirme Coca. Me hizo un regalo, un acolchado de raso rosado mucho antes que nos casáramos. Mi papá dijo tres meses nada más, porque dijo mi papá, que él no nos conoce a nosotros, nosotros no lo conocemos a él, nosotros no conocemos a la familia de él, entonces no podemos casarnos así. Wenceslao me dice, bueno, mira, tu papá dice que me tengo que casar, me voy a casar, pero yo no me caso por la iglesia. Seis meses llevábamos, seis meses de novio”. La hna. Silvia le pregunto: “¿Y qué sentiste cuando, te dio ganas de llorar, (17:42) cuando se pelearon ahí porque él se fue? No, no me dio ganas de llorar, me sentí muy fuerte ahí de enfrentarlo. Entonces, yo le dije, yo quiero que nos casemos como es la ley. Bueno, a mí me interesa casarme por la iglesia. El registro no me interesa tanto, pero la iglesia sí, le dije yo. ¿Por qué la iglesia? Porque yo, mi mamá es muy católica, muy religiosa, aunque no vamos a misa, mi papá no nos lleva nunca, pero ella nos enseñó a rezar de rodillas al lado de la cama y a pedir, y rezarles a todos los santos, a la virgen todos los días, darle gracias a Dios. Entonces, yo tengo eso grabado y no me lo voy a sacar. Entonces, yo no me puedo casarme si no me caso por la iglesia. Y dice, no, dice que para casarse por la iglesia que casarse por registro. Ah, bueno, dice yo, bueno, se fue. Entonces yo dije así, Padre Dios, Virgen María, que sea lo que Dios quiera, dije así, porque no puedo obligarlo a que se venga a casarse si él no ama tal cosa, especialmente donde estás tú, señor, y donde estás tú, divina madre, Virgen María. Y dije, no, bueno, que esto se disuelva, pero que no sufra él ni yo tampoco. Bueno, él vuelve como a los 15, 20 días ha vuelto él. ¿Y él te dijo por qué volvió? Sí, me dice él, porque él le decía que no se iba a casar por la iglesia, que el otro, que no lo querían los curas, porque usan esas polleras negras largas. Entonces yo lo obligaba a que me diga si él había tenido problemas con algún cura. Cuando Wenceslao vuelve, vuelve medio tristón, así, entonces me dice, que cómo estaba yo, le digo, bien, gracias a Dios. Y usted, le digo, ¿cómo ando? Bien, dice, bueno, yo he venido nada más que a esto, dice. ¿De qué? Le digo yo, sí. Y me dice, traele esta plata para que se compre la ropa y se haga el vestido. Porque él me ha dicho que ¿por qué yo quería casarme por la iglesia? Porque yo quiero ser una novia más, como muchas novias. Bueno, y ahí le dijo que quiero casarme con usted. Sí, me dice, bueno, acá le traigo la plata, porque se va haciéndose la ropa, yo voy a volver para ver si ya la tiene lista y que pongamos la fecha para que nos casemos por la iglesia, me dice. Pero tenemos que casarnos por registro, dice, y después por la iglesia. Ah, sí, le dije yo, sí. Pero yo recibí la plata”.
Al finalizar el programa, la hna. Silvia comparte: “Yo hace poco le dije, bueno, Coca, ¿por qué lo añorás tanto a Wenceslao? ¿Por qué deseás tanto estar con él? ¿No te gustaría, o sea, no tenés deseos de morirte para unirte con él en el cielo? Y Coca me dice, no, yo no quiero ver santo, después sí. Ella quiere vivir ahí, nunca pensó que Wenceslao llegaría a donde está, bueno, porque era un hombre común y corriente, que vivió como un santo de la puerta de al lado hasta el último momento. Coca y Wence pertenecieron a la Acción Católica, allí comenzaron en Mendoza a trabajar en el movimiento rural de la Acción Católica, bueno, después llegan a La Rioja y dejando todas sus seguridades, su propia casa que se la regalaron a un amigo de Wence, dejando sus comodidades y lanzándose a algo nuevo, y esto ocurrió en 1973. Ya a los comienzos de 1976, así como lo venían amenazando a Monseñor Angelelli, a sacerdotes, a religiosas, a otros laicos, también amenazaban a Wenceslao, y Coca le decía, Wence, vámonos,y ella ahí con ternura y con coraje cuenta que lo abrazó, lo besó en la frente, y le dijo, Wence, vámonos por las chicas. Porque Wence sobre todo, que era una persona muy serena, había perdido esa serenidad al enterarse que algo pasaba, que hablaban mal de él, que decían que era comunista, que era cualquier cosa, porque enseñaba el Evangelio y porque quería formar una cooperativa. La ternura de esta mujer y el coraje de esta mujer al respetar la decisión de su marido, que le dijo dos cosas, no hemos hecho nada, entonces, ¿qué nos puede pasar? Y sacó el Evangelio que siempre llevaba en su bolsillo, se lo mostró a Coca y le dijo, esto nos va a salvar. Coca hace poco, en estas charlas que hemos tenido, me dijo, yo en ese momento no entendí qué era lo que nos iba a salvar. Yo ahora entiendo, al ser Wenceslao Beato, que es el Evangelio que nos ha salvado y quien a mí me ha acompañado.
Te invitamos a escuchar la nota completa para conocer toda la vida de Wenceslao, el momento de su muerte y como siguió la vida Coca con sus tres hijas.