“Mi alma canta la grandeza del Señor,y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz”. Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre”.
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Palabra de Dios
P. Germán Lechini Sacerdote Jesuita. Director del Centro Manresa que pertenece a la Pastoral juvenil y vocacional de la Compañia de Jesús en Argentina y Uruguay
Para el día de hoy les propongo un ejercicio espiritual que nos ayude a recoger lo vivido este año. Estamos a las puertas de la Navidad y María nos invita a acercarnos al pesebre con un corazón agradecido. Ella misma nos primerea y nos comparte su “canto de acción de gracias”, su propio Magnificat. Les invito, entonces, a seguirle los pasos a María de Nazaret y componer cada uno un canto de acción de Gracias para celebrar al niño Dios.
En primer lugar, entonces, como para calentar la garganta y afinar el corazón, les invito a cerrar los ojos unos segundos y pensar cuál ha sido la canción que ha marcado este 2014. Cuál ha sido esa canción que te has encontrado tarareando en los días de alegría, en los días de lucha, en los días de tormenta… ¿Ha sido una canción religiosa, ha sido una canción de amor, ha sido una canto de Cruz, ha sido un canto de Resurrección, ha sido un canto de entrega, ha sido una canción de perdón?… ¿Qué dice la letra de tu canción favorita?
Me gusta decir, parafraseando un adagio popular, dime lo que cantas y te diré quién eres, dime lo que cantas y te diré lo que vives, dime lo que cantas y te diré de qué está lleno tu corazón y tu vida… Entonces, pregúntate, en primer lugar: ¿Qué es lo que más has cantado este año? Seguro que allí encontrarás un buen resumen de lo que ha sido este tiempo, de lo que has vivido en este capítulo de tu vida.
En segundo lugar, te invito a escuchar el canto agradecido de María, su Magnificat… Escucha sus palabras y deja que ellas vayan abriéndote al Dios de la Navidad.
Si contemplas con atención el Magnificat, si te dejas habitar por sus palabras, por su melodía, encontrarás en él al Dios que es misericordia, al Dios que mira y elige lo pequeño, al Dios que de forma Todopoderosa nace niño frágil en un pesebre… Canta, con María al amor de ese Dios que eleva a los humildes, que se ocupa de los hambrientos, que socorre a los que necesitan auxilio… Entonces sí, pregúntate, delante de María, cómo es tu Dios y cuáles son las maravillas que cantas en Su Nombre.
Finalmente, como tercer momento de nuestro ejercicio espiritual, que cada uno de nosotros podamos componer un Magnificat propio, una acción de gracias personal, reconociendo cómo Dios se ha hecho presente en nuestras biografías a lo largo de este año que termina. Seguro que también nosotros, como María, estamos preñados de Dios, estamos habitados de Espíritu Santo. Seguro que también nosotros tenemos mucho por qué dar gracias, mucho qué alabar, mucho qué reconocer, mucho qué cantar.
A las puertas del pesebre se nos pide una sola cosa: un corazón agradecido. Pidamos esa Gracia enorme, la de llegar a la Navidad con un Magnificat escrito, con un Magnificat rezado, con un Magnificat que recoja todo lo vivido en este año.
¡Que así sea!