A los 79 años se recibió de locutora nacional

viernes, 19 de diciembre de
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“Es el momento más feliz de mi vida luego del nacimiento de mis hijos”, cuenta emocionada Gladys Accastello, la abuela de 79 años que acaba de recibirse de locutora nacional. Este sueño que se convirtió en realidad comenzó hace 15 años, después de que participara de un taller para adultos mayores, donde descubrió su vocación por la radio. Se enamoró. El miércoles pasado rindió su última materia en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad de San Luis. A la salida la esperaban sus compañeros de cursada y profesores que celebraron su logro. Obviamente, no pudo zafar del tradicional rito de los huevazos y terminó completamente cubierta de harina.


Con sus cabellera blanca, Gladys recuerda su pueblo natal, Alto Alegre, en el sur de Córdoba, cerca de Villa María. Sus padres la llevaron luego a Marcos Juárez y a los 8 años se mudó a Corral de Bustos, cerca de Santa Fe. Allí cursó la primaria en el Colegio Nacional y, por sus notas, fue becada en la única escuela secundaria del pueblo. Su papá era policía y su madre trabajaba en casas de familia. “Mi familia era muy humilde y trabajadora por lo que me otorgaron una media beca por las notas”. La otra media beca la pagaba una hermana que trabajaba en una sastrería.


En aquellos tiempos, un hermano se fue a la ciudad de Córdoba para forjar su futuro y ella, que todavía era menor de edad, les pidió permiso a los padres para acompañarlo y se marchó. Fue ascensorista durante tres años hasta que los patrones la echaron porque debían hacer un depósito extra en la libreta de ahorro ya que tenía menos de 18. Más tarde, trabajó en una librería y editorial frente a la Legislatura de Córdoba. Se hizo amiga de los libros y aprovechó para asistir a la escuela nocturna, donde hizo su cuarto año de la secundaria.


Al tiempo, Gladys ingresó a la Maternidad de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba en la carrera de obstetricia y ginecología. Acumulaba las guardias los fines de semana para estudiar. No completó la carrera porque en una fiesta conoció a un estudiante peruano de quien se enamoró. “En esa época las universidades estaban pobladas por alumnos extranjeros de Perú, Bolivia, Ecuador y Venezuela, entre otros países. La educación, acá, siempre fue pública y afuera era carísima”, recuerda.


Fidel Loaiza, que cursaba Farmacia, se convirtió en su esposo y en el padre de sus hijos. Fue amor a primera vista. Tuvieron tres varones y una mujer. Todos son profesionales.



Gladys llegó a San Luis hace 18 años después de haber sido asaltada en un pequeño negocio que atendía. Sus hijos la trajeron para tenerla más cerca y también para alejarla de la inseguridad. Al poco tiempo, entró a la universidad para participar de los talleres para adultos mayores. Fue presidente de la Comisión de Alumnos de los talleres y como vocera siempre era entrevistada por los periodistas y acudía a los programas de radio. Allí, en el curso de Radio, tomó contacto con los micrófonos. Para entrar a una carrera universitaria formal de grado tuvo que esforzarse un poco más hasta que logró reunir requisitos. No bajó los brazos hasta conseguirlo.


“Una de las materias que más disfrute fue Locución, que nos hizo investigar sobre el idioma castellano. También Teoría de la Comunicación, que me ayudó para redactar bien”, reseña luego de su último paso por las aulas.


No tiene ídolos radiofónicos, pero en su memoria quedan los “hermosos boleros” que escucha desde joven, las novelas de Radio El Mundo y la música clásica que la traslada inequívocamente a su infancia. Con seis nietos y cuatro bisnietos, Gladys rindió Tecnología de la Comunicación como última materia.


La profesora Viviana Ponce explica que es la única cátedra de informática en la carrera de Locución. A Gladys, por una cuestión generacional, “le costaba mucho y alguna vez pensó en abandonar. Yo sabía que se esforzaba bastante y un día me dijo que honestamente no tenía sus conocimientos. ¡Me quede impactada por su honestidad! Ella es fabulosa, admirable, cariñosa y respetuosa”, cuenta Ponce, asombrada por la tenacidad de su alumna, que finalmente venció la barrera que la separaba de la tecnología hasta que logró recibirse. Para el final, tuvo que presentar un trabajo radiofónico y transmitirlo online. El día de la presentación, Gladys sorteó otro desafío, uno más en su vida. Todo para cumplir su gran sueño de ser locutora nacional.



Fuente: Clarín

 

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