Francisco tiene para vos una propuesta hermosa, y espera ardientemente que decidas asumir el desafío: Ser testimonio del amor de Jesús hacia los más pobres.
Un hombre durmiendo sobre cartones, una mujer desamparada pidiendo limosnas o un niño descalzo y con la mirada perdida, son realidades que Dios permite que veas porque son justamente aquellas que Él espera que cambies. Él te necesita ahí, en medio de tus circunstancias, para descubrir en cada hermano sufriente a Jesús. Que la fuerza del amor te anime a sentir distinto.
“Nadie debería decir que se mantiene lejos de los pobres porque sus opciones de vida implican prestar más atención a otros asuntos. Ésta es una excusa frecuente en ambientes académicos, empresariales o profesionales, e incluso eclesiales.
Si bien puede decirse en general que la vocación y la misión propia de los fieles laicos es la transformación de las distintas realidades terrenas para que toda actividad humana sea transformada por el Evangelio, nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social: «La conversión espiritual, la intensidad del amor a Dios y al prójimo, el celo por la justicia y la paz, el sentido evangélico de los pobres y de la pobreza, son requeridos a todos».
Temo que también estas palabras sólo sean objeto de algunos comentarios sin una verdadera incidencia práctica. No obstante, confío en la apertura y las buenas disposiciones de los cristianos, y os pido que busquéis comunitariamente nuevos caminos para acoger esta renovada propuesta.“
Evangelii Gaudium (IV. El lugar privilegiado de los pobres en el Pueblo de Dios)
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