ELIGE BIEN

miércoles, 14 de enero de
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“La elección de carrera es el más importante problema que tiene que abordar un joven. Con razón se afirma que todo el porvenir de un hombre depende de dos o tres sí, dos o tres no que da un joven entre los quince y los veinte años.

La mayor parte de los jóvenes, por desgracia, no enfocan seriamente este problema, o al menos no lo toman desde el punto de vista cristiano. Muchos se deciden a ser ingenieros, o médicos, porque les gusta más, o porque estas carreras dan más
dinero. Escogen leyes o comercio porque son más fáciles y les dejan más tiempo. Siguen las carreras industriales porque se ven menos concurridas todavía y tienen más porvenir económico. Del mismo modo, después, se casarán porque sí, porque les gusta,
porque tienen gana. El gusto, la gana, el porvenir económico, son de ordinario los factores decisivos. Pero, ¿hay acaso otros elementos que tomar en consideración?, se preguntarán sorprendidos quienes hayan tomado este libro entre sus manos. Sí. Hay otro punto de vista que es el fundamental para un cristiano: la voluntad de Dios sobre mí.
Los padres de familia y los amigos rara vez ofrecen una verdadera ayuda, pues ellos tampoco eligieron de otra manera. Sus consejos insistirán de ordinario en los mismos aspectos en que se habían fijado ya los jóvenes: interés económico, porvenir,
brillo, posibilidades en la vida social de su ambiente. Y así se va formando un criterio que prescinde con toda naturalidad de Dios; más aún, que se extrañaría profundamente que una consideración sobrenatural pretendiera intervenir en un asunto aparentemente tan humano.

Y, sin embargo, de una buena elección de carrera, hecha con criterio sobrenatural, dependerá en gran parte la felicidad o desgracia de la vida. La paz de la conciencia, la alegría de corazón; o bien turbaciones, tristezas, desfallecimientos, serán el premio o el castigo de una elección bien o mal hecha.
Muchos son los que se lamentan amargamente por estar donde no deben. Malhumorados, neurasténicos o neuróticos, reniegan de su ligereza imperdonable.
Quisieran volver atrás… pero muchas veces es tarde y no pueden recomenzar el camino. La eternidad misma está comprometida en este problema de una buena elección de vida. La eternidad depende de la muerte… la muerte de la vida… la vida misma
depende, ¡en cuánta parte!, de la carrera. Se sigue, pues, de cuán capital importancia sea considerar maduramente delante de Dios el estado que deba seguir.

Juan Enrique Newman, puesto en una de las encrucijadas más trascendentes de su vida, escribió este hermoso pensamiento: “Guíame, luz bondadosa. No te pido que me ilumines toda la senda, pero ilumíname paso a paso. Tú sabes, Señor, que nunca he pecado contra la luz”. Pecar contra la luz es negarse a seguir el destello de su propia conciencia que muestra a cada cual su camino en la vida.
Joven que estás abocado al problema de elegir: no peques contra la luz. Pídele a Dios esa luz, deséala; y alcanzada sigue tras ella, como los Magos siguieron la estrella que los llevó hasta Jesús en el portal de Belén…”

 

[Alberto Hurtado]

“La elección de carrera”

 

Fer Gigliotti