La amistad de Dios

lunes, 19 de enero de
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Hay cosas en nuestra vida que, de alguna forma, son reflejo de Dios. Tal vez no lo vemos tal y como es, pues siempre es mayor que lo que percibimos. Pero hay algunas formas de vivir, de ser, de estar y de querer, que nos hablan de Dios… Y la amistad es una de ellas. Me alegro de tener gente cercana. Vidas que se cruzan con la mía. Rutas que hemos recorrido juntos (al menos por un trecho), por senderos que a veces se separan y luego se entrecruzan de nuevo. Me siento afortunado por que hay nombres que forman parte de mi vida, no como un apunte en una agenda, sino como una historia compartida.

«A vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.» (Jn 15, 15)No puedo dar una definición de lo que es un buen amigo. ¿Es aquél con quien compartes mucha intimidad, o poca? ¿Con quien hablas de todo, o casi? ¿Con quien te sientes a gusto? Pues sí y no. Cada historia, cada relación, cada amistad, es un poco distinta. En unos casos está hecha de compartir lo cotidiano, y en otras de abrir el corazón desnudo. En unos casos surge casi a bote pronto, sin saber muy bien por qué, y en otros nace del trabajo común, del tiempo gastado con otros, de irse conociendo despacio… Hay con quien te ríes de veras, y con quien puedes mostrar tu enfado. Pero, en todo caso, todos esos brazos cercanos, esas vidas que se asoman a la mía, esos momentos que van tiñendo mi horizonte se vuelven parte del suelo firme en el que se puede construir una vida.



Fuente: http://www.pastoralsj.org/index.php?option=com_content&view=article&id=976&catid=24&Itemid=6

 

Fer Gigliotti