Hablar de política no es solo comentar pareceres acerca de cómo actúan o deberían actuar los gobernantes de nuestro país. La política no solo existe en el Estado, sino que también está presente en tu día a día. Todos hacemos política en cuanto que todos tomamos decisiones que afectan a los demás.
¿Pensaste ser vos el que impulse los cambios que tanto querés ver en tu barrio, ciudad, provincia? ¿Te animás a involucrarte en organizaciones y ayudar así a más personas con tus decisiones políticas? Y es que Francisco nos dice que la política es una altísima vocación que requiere por sobre todo de Dios.
“¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo!
La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común. Tenemos que convencernos de que la caridad «no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas».
¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos. ¿Y por qué no acudir a Dios para que inspire sus planes? Estoy convencido de que a partir de una apertura a la trascendencia podría formarse una nueva mentalidad política y económica que ayudaría a superar la dicotomía absoluta entre la economía y el bien común social.”
Evangelii Gaudium (IV. Economía y distribución del ingreso)
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