Evangelio según San Marcos 8,1-10

lunes, 9 de febrero de
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En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:”Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer.Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos”.


Los discípulos le preguntaron: “¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?”.El les dijo: “¿Cuántos panes tienen ustedes?”. Ellos respondieron: “Siete”.


Entonces él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud.Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran.Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado.Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió.


En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta.


Palabra de Dios


 


P. Juan Martinez Sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba


 

En el evangelio, un gran número de gente de todas partes, ha venido a pie siguiendo y escuchando a Jesús durante días y días. Jesús no quiere fomentar las esperanzas del mesianismo que espera la gente, sino que se aleja de ellas, encontrando en la oración, la claridad de su camino mesiánico hacia la cruz, y el ánimo para recorrerlo.

 

El hecho que vengan “desde lejos” ratifica el contexto pagano del relato, pues era común entre las primeras comunidades cristianas considerar a los paganos como los lejanos, en cuanto lejanía de Dios y de la salvación.

 

Marcos tiene interés en anticipar la evangelización de los paganos, en el ministerio de Jesús. Es necesario que los apóstoles amplíen su horizonte, por eso la mesa que Jesús ofrece está abierta a todos.

 

En ese contexto Jesús, compadecido de la muchedumbre que lo sigue sin acordarse ni de comer, realiza un milagro para que coman todos. Con siete panes y unos peces da de comer a cuatro mil personas, y sobra. Las siete canastas que se llenan con los sobrantes, indica que el alimento distribuido es inagotable y es el símbolo de un “acto que tendrá que repetirse constantemente”, un alimento que debe ponerse sin cesar a disposición de los demás.

 

Como Iglesia, también tenemos que hacer posible el milagro de la solidaridad en medio de nuestros pueblos regidos por el egoísmo, por las políticas de mercado, por los intereses particulares. Es nuestra tarea hacer de esta sociedad en esta historia humana, un espacio donde se pueda vivir de forma diferente.

 

La ambición divide, el amor congrega. No sabremos hacer milagros, pero hay multiplicaciones de panes, de paz, de esperanza, de cultura y de bienestar que no necesitan un poder milagroso, sino un corazón bueno, semejante al de Cristo, para no ceder en el trabajo por el bien de todos los hombres.

 

 

Radio Maria Argentina