Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Palabra de Dios
Monseñor Fernando Maletti Obispo de la Diócesis de Merlo – Moreno
Queridos hermanos y hermanas, queridos amigos, hoy comenzamos el tiempo de la santa Cuaresma, hoy es el miércoles de cenizas, hoy es el día en el que el Señor, en el evangelio nos habla de la base de la cuaresma: la oración, la limosna y el ayuno.
Ciertamente que el tiempo de cuaresma es un tiempo para profundizar la oración, es el encuentro filial y reverente con Dios y entre nosotros, desde la palabra de Dios, oración personal, oración comunitaria, oración liturgica las tres, si falta una no es completa la oración.
Es el tiempo del dominio de nosotros mismos, es lo que le llaman el ayuno. Ayuno es mucho más que privarnos de cosas que habitualmente por el costo de las mismas, ya nos privamos, si no que el ayuno es poner el corazón en dominar todo aquello que nos esclaviza, puede ser la comida, puede ser el dinero, pueden ser ciertos afectos desordenados; poner en regla todo aquello que nos desbanda en la vida, que no nos hace bien espiritualmente y partir de eso que es simplemente conversión un pasito más. Quizás por amor a los pobres para poder ayudar a los demás exigirnos un poco más: es lo que llamamos en el termino génerico el ayuno y ahí viene lo tercero de la cuaresma, la caridad, la limosna le llama la Palabra de Dios y es precisamente compartir, no solamente lo que nos sobra sino compartir, dar lo que nos falta.
Cuando compartimos lo que nos sobra es justicia, cuando compartimos lo que necesitamos, lo que nos falta es caridad. Y por eso el Señor dice: “Esto, hacelo en lo profundo del corazón”.
No reces más o domines más tu cuerpo a través del ayuno, o practiques la caridad para que te vean, para ser visto por la gente, sino hacelo por lo demás desde el encuentro personal con Dios, todo es para Él en el fondo, solo para sus ojos y solo Él puede recompensarnos porque Él es nuestra recompensa.
Que podamos vivir este tiempo de cuaresma con fuerza, con profundidad, con perseverancia. Que en este tiempo de cuaresma y a partir de hoy miércoles de cenizas podamos estar abiertos a la conversión y algo más. No solo a ser mejores como en una competencia de quienes se optimizan, sino a ser mejores porque somos más fecundos, más fieles y por lo tanto, más felices.
Hoy hemos recibido, estamos recibiendo en nuestras cabezas la ceniza donde se nos puede decir dos cosas:
1) Recuerda hombre (varón y mujer) que eres polvo y en polvo te vas a convertir.
Y también la otra frase con la que se impone las cenizas:
2) Conviertete y cree en el evangelio.
Que el Señor los bendiga, los proteja, los cuide y los ayude, los defienda y los guie y les de la Gracia que más necesiten.