Cuarenta días me quedan por delante, cuarenta días para reflexionar, evaluar, escuchar lo que hay dentro. En este camino elijo que la oración sea mi fuerza y la Eucaristía mi alimento. Alguien muy importante me acompaña, Él va a ser el dueño y el que guié cada paso. Este tiempo va a servir para pedir perdón, para perdonar, pero sobre todo para saberme amada. Este es el tiempo perfecto para dejar mi vida en sus manos.
CARGO MI MOCHILA Y EMPIEZO A CAMINAR…