¡Volvé Dios de mi vida!

sábado, 28 de febrero de
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Señor ¿Dónde estás? ¿Por qué solamente te encuentro de a ratos? ¿Por qué te busco como si encontrarte dependiera de mí? Como si la fe que alguna vez tuve la hubiese entonces descubierto por mí, como si se me olvidara que siempre fue un regalo que quisiste que tuviera y que me habia acostumbrado a tener. Nunca me imaginé siquiera cómo sería vivir sin Vos.


Eras el Señor de todo en mi vida, me consta, porque me acuerdo muy bien de haberte visto en el cole, en el instituto, en el trabajo, en la parroquia; me acuerdo todavía de cuando estabas en mis apuntes, en mis libros, en mis amigos, en mi música, en mis horarios. Venías conmigo cuando salía a pasear, cuando me divertía, cuando aceptaba una responsabilidad. Estabas en la música y en el silencio ¿Y ahora dónde estás? ¿Cómo pasó Señor? ¿Cuándo dejaste vacío mi corazón? 

 

Siempre me dijiste que fuera buena y no correcta, pero yo no tengo amor sin Vos, Señor, yo soy cortesía y deber sin Vos, me ahogo y no respiro.

 

¡Volvé Jesucito! Volvé a mi sonrisa y a mi mirada ¡Invadime el corazón! No hacen falta cortesías, te estoy rogando por un poco de ese amor que antes me dabas en abundancia sin que lo pidiera. Por favor, -señor, recordale a mi corazón cómo es sentirse amado por Vos. Ya no quiero esta rutina vacía cuando sé que con tu compañía en el viaje, el camino de todos los días es aventura y novedad.

 

Si no estás en mis hermanos yo no sé cómo amarlos, yo no sé cómo darme sin sentirme humillada, no sé cómo ser mansa y humilde, sólo soy falsa y sumisa. Me siento poca cosa Señor, Vos sabés lo fácil que eso me resulta. Cuando no estás en mí, todo el mundo es un rival al que no puedo mostrar debilidad. Cuando no estás no me queda amor para nadie, ni siquiera para mí.

 

¡Volvé Señor, por favor! Para que deje de pelear con el mundo, para que los silencios no sea tristeza, para que tenga esperanza, para que sea fácil rezar.

 

Sé que me querés buena y no correcta, sé que estás conmigo mientras te escribo aunque me cueste sentirlo. Recordamelo todo el tiempo mi Dios, cuando me entristezca y me enoje y diga que no quiero saber de Vos. Recordame que te estuve escribiendo, que te estuve llamando, recordame lo dulce y cálido de tenerte y que me tengas, para que te vuelva a llamar.

 

Recordame que estás siempre siempre siempre conmigo, incluso cuando me siento tan sola, incluso cuando siento que no tengo derecho a pedir tu compañía.

 

Leí que si siento tu ausencia es porque me estás buscando.

 

¡Qué otra vez te vea y te sienta! ¡Qué te irradie mi Dios!

 

Amén

 

Antonela Baldo