El que se da, crece

viernes, 6 de marzo de
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Comienza por darte. El que se da, crece. Pero no hay que darse a cualquiera, ni por cualquier motivo, sino a lo que vale verdaderamente la pena: Al pobre en la desgracia, a esa población en la miseria, a la clase explotada, a la verdad, a la justicia, a la ascensión de la humanidad, a toda causa grande, al bien común de su nación, de su grupo, de toda la humanidad; a Cristo, que recapitula estas causas en sí mismo, que las contiene, que las purifica, que las eleva; a la Iglesia, mensajera de la luz, dadora de vida, libertadora; a Dios, a Dios en plenitud, sin reserva, porque
es el bien supremo de la persona, y el supremo Bien Común. Cada vez que me doy así, sacrificando de lo mío, olvidándome de mí, yo adquiero más valor, un ser más pleno.

Mirar en grande, querer en grande, pensar en grande, realizar en grande. Al comenzar un trabajo, hay que prepararlo pacientemente. La improvisación es normalmente desastrosa.[…]

Con frecuencia se enseña a los hombres a no hacer, a no comprometerse, a no aventurarse. Es precisamente al revés de la vida. Cada uno dispone sólo de un cierto potencial de combate.[…]

Hay que perseverar. Muchos quedan gastados después de las primeras batallas. Saber que las ideas caminan lentamente.[…]

Hay quienes quieren desarrollarse pero sin dolor. No han comprendido aún lo que es crecer… Quieren desarrollarse por el canto, por el estudio, por el placer, y no por el hambre, la angustia, el fracaso y el duro esfuerzo de cada día, ni por la impotencia aceptada, que nos enseña a unirnos al poder de Dios; ni por el abandono de los propios planes, que nos hace encontrar los planes de Dios. El dolor es bienhechor, porque me enseña mis limitaciones,
me purifica, me hace extenderme en la cruz de Cristo, me obliga a volverme a Dios.[…]

Darme sin contar, sin trampear, en plenitud, a Dios y a mis hermanos, y Dios me tomará bajo su protección. Él me tomará y pasaré ileso en medio de innumerables dificultades. Él me conducirá a su trabajo, al que cuenta. Él se encargará de pulirme, de perfeccionarme y me pondrá en contacto con los que lo buscan y a los cuales Él mismo anima. Cuando Él toma a uno, no lo suelta fácilmente.

Para este optimismo, nada como la visión de fe. La fe es una luz que invade. Mientras más se vive, mayor es su luz. Ella todo lo penetra y hace que todo lo veamos en función de lo esencial,de lo intemporal. El que la sigue, jamás marcha en tinieblas. Tiene solución a todos los problemas, y gracias a ella, en medio del combate, cuando ya no se puede más por la presión, como el corcho de la botella de champaña salta, se escapa hacia lo alto, se une a Cristo y en Él halla la paz. La fe nos hace ver que cada gota cuenta, que el bien es contagioso, que la verdad triunfa…


San Alberto Hurtado

 

Fer Gigliotti