Evangelio según San Juan 7,1-2.10.25-30

lunes, 16 de marzo de
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Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Chozas, Sin embargo, cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver. Algunos de Jerusalén decían: “¿No es este aquel a quien querían matar?

 

¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es”.

 

Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: “¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió”.

 

Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.


Palabra de Dios




 


P. Germán Lechinni Sacerdote Jesuita. Director del Centro Manresa que pertenece a la Pastoral juvenil y vocacional de la Compañia de Jesús en Argentina y Uruguay 



 

Cercanos a Semana Santa, la liturgia nos viene regalando estos días diversos discursos o hechos de Jesús camino de Jerusalén. Hoy mismo lo vemos ya tomando la decisión de entrar en Jerusalén y, todavía más, de encarar hacia el Templo… sabiendo las consecuencias. El Evangelio de Juan machaca mucho en este hecho determinante: Jesús sabía lo que iba a suceder y, así y todo, encara hacia Jerusalén, elige ir a Jerusalén… ¡Encara hacia la Cruz! Recuerden que Jesús dirá un poco más adelante: “Nadie me quita la vida, sino que la doy por mí mismo” (Jn. 10, 18).

Hoy quería que meditemos sobre esta importante verdad: Jesús no elude el dar la vida, Jesús no esquiva la Cruz, al contrario, va a su encuentro ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué tanto interés de Cristo en subir a Jerusalén y cargar la Cruz?! ¿Nunca se lo han preguntado?

La respuesta, creo yo, nos la da bellamente el jesuita español Ramón Cué, en aquel librito sin desperdicio llamado “Mi Cristo Roto”. Allí hay un capítulo hermoso titulado: “Se ha perdido una Cruz”. Resulta que Ramón Cué SJ. en una “feria de barrio” (diríamos nosotros) se encuentra un Cristo Roto. Es un Cristo en posición de Cruz, al cual le falta rostro, le falta la mitad de una pierna y le falta el brazo derecho… Y, detalle no menor, también le falta la Cruz.

Y aquí viene la reflexión de este jesuita: Jesús no tiene Cruz, porque lo que quiere es llevar nuestra Cruz. Lo que Jesús está siempre buscando es cargar nuestra Cruz ¡Tu Cruz! ¡Mi Cruz! ¡Esa es la Cruz que carga Jesús! Por eso encaró seguro hacia Jerusalén, por eso eligió Él mismo abrazar la Cruz… Porque sabía que llevaba nuestra Cruz. Por eso, siempre que vean a Cristo Crucificado, siempre que lo vean encarando decididamente hacia Jerusalén, recuerden: es mi Cruz la que Él abraza, es mi Cruz la que Él carga.

Ramón Cué SJ. tiene unas palabras tremendamente bellas cuando cae en la cuenta que su “Cristo Roto” está buscando nuestras cruces… y pensar que nosotros. nosotros vamos por la vida creyendo que cargamos solos la Cruz. Dice Ramón Cué SJ.:

“¿Sabes, amigo, en definitiva, por qué, a veces, nuestra cruz resulta intolerable?¿Sabes por qué llega a convertirse en desesperación y suicidio? Porque entonces nuestra cruz es una cruz sola, una cruz sin Cristo. Y una cruz así, sola y vacía, es inaguantable. La cruz solamente se puede tolerar cuando lleva un Cristo entre sus brazos.

Por eso se me ocurre una idea: Yo tengo un Cristo sin cruz Y tú tienes tal vez una cruz sin Cristo. Esa, que tú sabes… los dos están incompletos. Mi Cristo no descansa porque le falta su cruz tú no resistes tu cruz porque le falta Cristo Un Cristo sin cruz una cruz sin Cristo.

¿Por qué no los juntamos? Y los completamos… ¿Por qué no le das esta mañana tu cruz vacía a Cristo? Ambos saldrán ganando, ya lo verás.

Mi Cristo Roto descansa ahora en tu cruz. Tu cruz, ya no es una cruz solamente; es también y al mismo tiempo, la cruz de Cristo. Anda, toma tu cruz, amigo; tu cruz con Cristo. Ya no sufrirás solo. La llevarán entre los dos: que es repartir el peso. Y acabarás, supremo hallazgo, puesto que en la cruz está Cristo, por abrazar y amar tu Cruz.”

Volvamos a nuestra pregunta: ¿Por qué Cristo encara decididamente hacia Jerusalén? Respuesta: ¡Porque va al encuentro de TU Cruz! ¡Porque quiere cargar TU Cruz! Por eso no lo dudó Por eso se subió Jesús a la Cruz. Porque no quiere dejarnos solos en las cruces de nuestra vida. Que en Semana Santa podamos reconocer en el Crucificado, el Amor inmenso que Cristo nos tuvo y nos tiene, que Él mismo viene a cargar NUESTRA Cruz.

¡Que así sea!



Fuente: Radio María Argentina

 



 

Radio Maria Argentina