Evangelio segun San Marcos 10, 32-45

martes, 1 de marzo de
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Mientras iban de camino para subir a Jerusalén, Jesús se adelantaba a sus discípulos; ellos estaban asombrados y los que lo seguían tenían miedo. Entonces reunió nuevamente a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: "Ahora subimos a Jerusalén; allí el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos: ellos se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán. Y tres días después, resucitará".
Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir".  El les respondió: "¿Qué quieren que haga por ustedes?".  Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria".
Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?".
"Podemos", le respondieron. Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo.
En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados".  Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos.
Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;
y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.
Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".



Palabra de Dios

 


 

Monseñor Santiago Olivera  Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje

 

El texto del evangelio de Marcos que hoy reflexionamos nos muestra una mirada pobre o no comprensiva de los apóstoles sobre lo que estaba pasando. Santiago y Juan son los que quedan mal en primer lugar, pero tampoco los otros diez quedan bien como dice el evangelio, pues en la Palabra expresa: “los otros diez se indignaron contra ellos”. Aquí es donde Jesucristo anuncia por tercera vez la Pasión y termina este anuncio como empezó, refiriéndose a que Jesús entrego su propia vida, su entrega fue hasta con su propia vida.



Como vemos los discípulos no terminaron de comprender al Maestro todavía, tenían en mente un mesianismo triunfal y no como el Señor lo venía presentando en la subida a Jerusalén. Les presentaba que iba a ser entregado, que iba a ser maltratado, que iba a recibir burla y desprecio, que lo iban a matar. Pero, finalmente, la resurrección es la clave. Manifestaron entonces el asombro y el miedo, como miopía, cuando le piden el primer lugar, dejaron en claro su ignorancia con respecto al Reino, “No saben lo que piden”, esto no es un reino político y ellos dicen que están dispuesto a beber el cáliz.



Esta mirada egoísta de los discípulos nos sirve a nosotros, les sirve a ellos para que Jesús enseñe como debe ser la vida de un discípulo, están llamados a servir y esta es una enseñanza no teórica sino bien práctica, porque Jesús mismo es el modelo, quien se pone como ejemplo, que vino a servir y a entregar su vida, esta es la clave para todos los que queremos seguir a Jesús. Nuestra vida debe ser hecha ofrenda para servir a los hermanos, dar nuestro tiempo, nuestra vida, nuestro corazón. La vida debe ser puesta al servicio de los otros si queremos ser fieles a la llamada de Jesús. Vemos como Jesús sufrió la entrega: las traiciones y el dolor, pero transformó ese dolor en SALVACION, y Él que sufría ha hacho entrega de su vida y este aparente fracaso nos da la vida para nosotros.



Pidámosle a Jesús también que en nuestras actividades, comunidades, como jóvenes, cuando misionamos, si somos catequistas, si trabajamos en la parroquia, en la política, en nuestro barrio, en nuestro pueblo, descubrir la clave que es justamente SERVIR, debemos revisar nuestra vida, si nos buscamos a nosotros o buscamos realmente servir al hermano, Jesucristo nos dio la clave y nos dio el camino, entonces pidamos que nos revele a todos para ver como nuestro deseo de estar al servicio de la misión de Jesús sea comunión con el servicio al Reino de Dios.



Que Dios nos bendiga y nos de la fuerza para hacer de nuestra vida una vida de ofrenda al Padre.

 

Oleada Joven