Testigos de la Pascua

jueves, 9 de abril de
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Este es el centro de la Pascua: Jesús vence definitivamente el poder de la oscuridad, el mal, el pecado y la muerte con la fuerza de su Resurrección. Pascua significa que la muerte no puede de ninguna manera ser el destino inexorable al que se dirigen todos nuestros destinos. Pascua significa que para todos, hay esperanza, hay motivos, hay salvación. Y de esto también somos testigos. Todo esto que acabamos de celebrar en Semana Santa es lo que ocurre con nuestra vida. ¡Jesús muere y resucita por mí! El amor de Dios no es genérico: Jesús encara el misterio de su Pascua por amor a mí. Su amor es personal. Él se detiene y lo hace por amor a mí. Yo soy importante para Dios y nada de lo que me pase en la vida a Dios le es indiferente. Jesús se juega la vida por amor a mí. Por mi salvación. Por mi liberación. Para que yo tenga vida y vida en abundancia.

 

Y frente a esto, entonces, qué decir, qué hacer… Si de veras creo que Jesús muere y resucita por mí y yo soy testigo de todo esto, no me lo puedo guardar. No lo puedo esconder. No puedo privar al mundo, a mis hermanos y a la Iglesia del privilegio de mi testimonio. Si no grito que todo esto es verdad y Jesús es de veras, de una vez y para siempre, Señor y Salvador de mi vida, soy un egoísta, soy injusto, soy totalmente autorreferencial.

 

No lo me lo puedo quedar solo para mí. Lo tengo que gritar con mi vida. Y eso es el testimonio. Quizás sea hablar, pero fundamentalmente hacer: salir al encuentro del otro, buscar al que está solo, visitar al enfermo, optar por los pobres, los marginados, los excluidos y los explotados de hoy. Para ellos también es la Pascua de Jesús.

 

No privaticemos la alegría de la Resurrección de Jesús. No privemos al mundo de la alegría de la Pascua. Hay vida para todos. Incluso para aquello que el Sistema nos dice que su vida no vale.

 

Seamos testigos de la Pascua de Jesús. Su amor nos impulsa y no podemos callarlo.

 

Vos… ¿te vas a guardar tanta alegría para vos solamente en el fondo de tu corazón…?

 

Pensalo. Quizás encuentres un hermano que precisa un pedacito de esa alegría.

 

 

Padre Sebastián Garcia

 

Oleada Joven