(De mi blog: http://sencilloyescondido.blogspot.com.ar/ )
Varias circunstancias personales me han llevado a reflexionar sobre el dolor, en todos sus sentidos, pero especialmente esos dolores del alma, no necesariamente propios, sino ajenos.
Creo que nadie ha podido escapar de algún momento de dolor: una perdida, una ruptura, un amigo/a que se va, una persona que ya no esta, no haber logrado algo… y la lista se estira y se estira.
La pregunta inevitable para muchos de nosotros es donde esta Dios en todo esto. Muchas veces nos sentimos en el “valle del dolor”, en una oscuridad densa, donde todo de a poco desaparece, donde empezamos a tropezar, a cometer errores, a desesperar, a perder aquello que queremos, que amamos. Todo es una tragedia, no hay salida… ¿que sentido tiene? ¿hacia donde vamos?.
Cuanta gente, cuantos gente alrededor tuyo (o vos mismo) están (o estas) sintiendo eso ahora.Aunque no es la primera vez, la pregunta de que hacer ante ello se me hace obligada.A veces podes ayudar, otras no tanto, a veces ni podes. Pero siempre se puede hacer lo mejor: “Rezar”.
Siempre hay una luz, siempre hay esperanza. Personalmente he vivido varios momentos de oscuridad, donde me he preguntado por que. Como todos, nos peleamos con Dios buscando una respuesta.Pero a medida que pasa el tiempo, me doy cuenta que cada herida se transforma en algo que muy pocas veces entendemos, pero que por ejemplo, el apóstol Pablo entendió muy bien cuando dice: “…porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios Cap 12 – Lean todo el capitulo).
En esa debilidad esta Dios, en esa soledad esta Dios, en esa noche que terminará en el amanecer, esta Dios. Sin duda, cada cosa que vale la pena exige un sacrifico, una cruz, como el mismo Jesús supo,
que si no pasaba por el calvario, no podría salvarnos. Fue necesario, ¡pero miren!, resucitó, esta vivo.Esa esperanza de resurrección es la misma que deberíamos tener nosotros, esa es nuestra Fe. Pasamos por el dolor porque allí descubrimos que necesitamos de Dios. El Apóstol Pablo ante la necesidad sitió que sin Dios no era nada. Nosotros igualmente, pasamos por la prueba para darnos cuenta que el Padre es el único que puede sacarnos de ahí.Es un viaje, es un camino… un camino que a veces nos llevará por el “valle del dolor”, difícil, pero necesario. Necesario porque sin conocer el dolor no podríamos saber que es la gracia, que es la felicidad, que es la alegría, que es la sonrisa.Solo entonces podremos entender el dolor del otro, podremos ser testimonio de que hay esperanza, podremos acompañar al otro en su viaje, seremos esperanza para el otro, “que ya no es otro, sino que ahora es prójimo”.
Que maravilloso que eso sea así, que esa experiencia que parece sin sentido termine siendo esperanza para tanta gente que va a pasar por tu vida. Por eso animo, hay gente que te quiere, que esta con vos, gente que te necesita y va a necesitarte, para que Dios llegue a sus vidas.“Valle del dolor! Lo cruzas y te sientas a mirarloen el quieto atalaya de la Compasión…¡Canta desde ahí! Tu canto orientará y dará esperanzaa los que hoy atraviesan el valle del dolor…”