Diálogo entre el P. Javier Soteras y el P. Angel Rossi (SJ) sobre los Ejercicios Espirituales de San Ignacio
Padre Ángel Rossi: Me parece que de eso se trata, porque los Ejercicios no son una táctica previa, sino que precisamente son ejercicios, como si uno fuera al gimnasio; Ignacio pone ese ejemplo: dice que así como hacemos ejercicios físicos, y al comienzo, el primer día que uno va al gimnasio está embalsamado, lo tienen que sacar entre dos o tres, y después, pasados los días, se va moviendo, y ya al final toca la punta del pie con los dedos, mientras que al comienzo no llegaba ni al ombligo. Esto que se da en lo físico, también se da en lo espiritual: son Ejercicios, en plural, y ejercicios significa que vas ejercitándote para un fin. ¿Para qué estoy haciendo los Ejercicios? Éste es el desafío. Los peores Ejercicios son los que nunca hicimos o los que nunca dimos…
grande de todos los dones con el que mejor podemos hacernos al querer de Dios: el don de la sabiduría.
Yo puedo darme cuenta de que alguna idea, alguna imagen, algo que recé me dio alegría, me hizo bien, me dio ganas de luchar, me dio la esperanza de mejorar si ando muy tirado, me llevó a desear perdonar a otros, o pedir el perdón. O sea, voy pescando lo que voy sintiendo en la oración. Porque a veces sentimos muchas cosas que, al no revisarlas, no las llevamos a la práctica, o no las agradecemos, o no las disfrutamos. Y a veces hay pensamientos de tristeza, de desánimo, de bronca, de desvalorizarme, que aparecen en la oración. Y si yo no me animo a darme cuenta de que aquello no era de Dios, me lo trago incluso como si fuera de Dios, como si Dios me hubiera desvalorizado, entristecido, me hubiera quitado ánimo. Y Dios no se dedica a eso, sino justamente a lo contrario. Entonces, uno va distinguiendo lo que es de Dios, lo que siento que me da paz, alegría y, por lo tanto, es de Dios, lo sigo, dice Ignacio. Lo que siento que no me ayuda, me entristece, me desanima, me tira abajo lo que me he propuesto, sabiendo que aquello es bueno, eso no es de Dios, entonces lo pesco, dice Ignacio, y lo lanzo, lo tiro afuera, o hago lo contrario de lo que el mal espíritu me está sugiriendo, le doy la espalda. Hay distintas caminos, Sta. Teresita tiene esa idea: “le doy la espalda y me voy”, lo dejo hablando solo al mal espíritu. A veces uno se queda rumiando las cosas que no nos ayudan.
Así, los Ejercicios nos llevan siempre a la acción. Dice San Ignacio que el amor se manifiesta más en obras que en palabras.