Evangelio según San Mateo 9,14-17

miércoles, 1 de julio de
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Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?”.Jesús les respondió: “¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.


Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande.Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!”.



Palabra de Dios




P. Juan Martinez Sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba



 

Hola Amigos de Oleada Joven, Jesús viene a nuestro encuentro en su Palabra y nos invita a escuchar su voz hoy desde el Evangelio de san Mateo.

 

Los judíos piadosos ayunaban lunes y jueves. Los seguidores de Juan, también. El mismo Jesús ayunó en el desierto. En este pasaje, la polémica sobre el ayuno, no debe entenderse dirigida inmediatamente a esa práctica ascética, en privarse de algo de comida con una finalidad de penitencia o austeridad; sino al ayuno como signo de la espera mesiánica.

 

Esta controversia provocada por los discípulos de Juan tiene como trasfondo la aceptación o no a Cristo, como el enviado de Dios. Por este motivo los seguidores del Bautista corren de inmediato a preguntarle a Jesús por qué sus discípulos no ayunan.

 

La respuesta de Jesús es clara: si el ayuno manifestaba la espera del Mesías; y esta es una realidad presente y operante, no se puede seguir con la mente y la vida animadas por lo antiguo. Dios estaba en medio de ellos con la presencia de Jesús. Sólo cabe una actitud posible: la alegría, el gozo por la presencia del Dios hecho hombre.

 

Jesús se compara a sí mismo con y el esposo: los amigos del esposo están de fiesta. Los discípulos no deben vivir tristes, con miedo, como obligados, sino con una actitud de alegría interna y festiva. Creer en Él y seguirlo, no significa cambiar unos pequeños detalles, poner unos remiendos nuevos a un traje viejo, ocultando sus roturas, o guardar el vino nuevo de la fe en los de una vida asimilada al pecado. Jesús nos viene a decir que lo nuevo es incompatible con lo viejo.

 

Seguirlo es cambiar el vestido entero, es cambiar la mentalidad, no sólo las formas. El Evangelio vivo de Jesús no es un asunto de remiendo ni parches, sino de conversión profunda y radical. No afecta solamente lo externo, sino que hace de la persona un ser nuevo. Es tener un corazón nuevo que afecta a toda nuestra vida, no sólo a unas prácticas de piedad u oraciones: “He aquí que hago las cosas nuevas” o “hay que nacer de nuevo”.

 

El cristianismo no puede no ser fiesta, porque se apoya en el amor de Dios, en la salvación que nos ofrece Cristo Jesús.

 

También hoy, la vida del reino, no es recuerdo melancólico ni atadura a glorias pasadas, sino apertura a la acción transformadora del Espíritu que todo lo recrea y lo hace nuevo.

 

Desde aquí entonces podríamos hacernos unas preguntas: qué cosas añoramos, porqué postergamos la alegría, qué más esperamos si ya transitamos el tiempo nuevo inaugurado por Cristo.

 

Que el encuentro con el Señor nos ayude en una respuesta renovada y tengas un buen sábado.

 

 

Fuente: Radio Maria Argentina

 

Radio Maria Argentina