En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: "¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, dice: "Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies." Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?" La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo.
Palabra de Dios
Reflexión: Monseñor Marcelo Palentini | Obispo de la Diócesis Jujuy
En el evangelio de hoy encontramos una serie de expresiones que son interesantes para meditarlas y pensarlas para cada uno de nosotros. Jesús se puso a enseñar en el templo y preguntaba: "¿Cómo pueden decirle a los escribas que el Mesías es hijo de David?". El mismo David ha dicho movido por el Espíritu Santo, dijo el Señor a mi Señor: "Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies". "Si el mismo David lo llama Señor ¿Cómo puede ser hijo suyo?", la multitud escuchaba a Jesús con agrado. Hay dos aspectos interesantes en esto que nos ayudan a pensar y aplicarlo un poco a nuestra vida, en primer lugar, la gente escuchaba con agrado a Jesús, disfrutaba de escucharlo a Jesús. Imaginémosnos un ratito a Jesús que habla, que contradice, que aclara, que profundiza, que ayuda a entender el sentido de su misión como el hijo de Dios enviado para anunciar el amor del Padre y aclarando un poco una visión que tenían en el Antiguo Testamento del Mesías, "¿Cómo pueden decir que el Mesías es el hijo de David?", se pregunta. Y Jesús no acepta ser el hijo de David por dos razones: Él es más que David, porque es hijo de Dios y segundo, rechaza la idea de un rey que como David u otro divide el mundo en clases sociales, impone pesados tributos, es nacionalista y excluyente, se basa en la pedagogía de la violencia y no de la conciencia. Jesús tiene otra misión: no la de ser un rey más, sino ser el rey de los corazones y lo dirá después frente a Pilatos, "Sí yo soy el rey, pero no como piensan ustedes. Mi reino no es de este mundo, mi reino es un reino de servicio, de amor, de entrega hasta dar la vida". Ninguno de los reyes del pueblo de Israel había dado la vida, ninguno había entendido esta dimensión, sino más bien todos los reyes entonces, y ahora también, piensan que están arriba para mandar, para sacar su provecho, para conquistar económicamente, políticamente en una extención de un reino simplemente horizontal. Jesús no, Jesús disfruta de este mensaje, la gente goza de escucharlo porque Él piensa que lo importante es servir, lo importante es ayudar, lo fundamental en la vida de uno es construir un mundo nuevo desde el amor. Por eso esta aclaración que hace Jesús nos viene muy bien a nosotros, a los adultos y a los jóvenes, yo a los jóvenes les preguntaría ¿ustedes que sueñan para el futuro?. Por supuesto no un reinado aquí en la tierra, pero a lo mejor la ambición de poder, la ambición para ser más, o tener más, o dominar más o estar arriba de los demás. Lo importante es ser más en la medida de Jesús, no un poder material, sino un poder transformar el mundo con la fuerza del amor. Ojalá entendamos todos que solamente a través del camino del amor podemos renovar y tranformar el mundo. Que el Señor nos ayude entonces a vivir así, abiertos al proyecto de Dios que es un proyecto de amor y nos envía para servir. Ojalá todos también gocemos, como en su pueblo, de estar a la escucha de Jesús para poder junto con él construir este reino aquí en la tierra, reino de verdad de justicia y de paz. Dejemos de lado otras ambiciones, la más grande para nosotros es justamente poder construir un mundo donde reine la paz. ¡Será hasta la próxima semana, si Dios quiere!