Evangelio según San Mateo 14,22-36

martes, 4 de agosto de
image_pdfimage_print

 

En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.

La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.  Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. “Es un fantasma”, dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar. Pero Jesús les dijo: “Tranquilícense, soy yo; no teman”.

Entonces Pedro le respondió: “Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua”. “Ven”, le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él.  Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: “Señor, sálvame”. En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”. En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.  Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: “Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios”. Al llegar a la otra orilla, fueron a Genesaret.

 

Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos, rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron curados.

 

Palabra de Dios

 


 

P. Cristian Salomón Sacerdote de la Arquidiócesis de Rosario

 

 

La Palabra de este día, nos presenta una de las jornadas de la vida de Jesús…que nos muestra tres momentos, tres encuentros:

 

Encuentro personal e intimo con el Padre, después de una larga jornada, habitual en Jesús; el encuentro con sus discipulos, en medio de lago y con viento en contra, caminando sobre el agua y el encuentro con los enfermos, en la otra orilla, sanando, recibiéndolos.

 

En medio de muchos requerimientos, pedidos, el Señor se retira, sólo, para Orar, para estar con su Padre, encuentro vital, encuentro familiar, que da sentido y renueva su misión, su entrega. Que bueno aprender de jesús, en medio de tantas corridas y cosas que hacer, el estar sólo con el Padre, con Aquel que sabemos que nos Ama y con Jesús, amigo Salvador.

 

La oración no aleja a Jesús de los suyos, sino por el contrario, los lleva hacia ellos, que se encontraban en medio del lago, renegando, por el viento, Remando, haciendo aquello que Jesús le habia pedido, cruzar a la otra orilla, es alli, en medio del lago, remando y complicados donde los discipulos ven a Jesús que se acerca, caminando sobre el agua, y sea por el temor o sea por estar tan concentrados en remar, no pueden reconocerlo…sólo ante la Palabra de Jesús, parecen creer un poquito mas…

 

Pero es Pedro quien siempre impulsivo, en su no poder creer, desafia a Jesús, “si eres Tú, que pueda ir a tu encuentro”, y fue…camino también sobre el agua, pero empezo a hundirse cuando dejo de mirar al Señor y empezo a mirar la violencia del viento y el agua. Se salvo y fue rescatado en su pocoa Fe, porque supo mirar de nuevo a Jesús y suplicarle: Señor Sálvamey con Jesús subir nuevamente a la barca y llegar a la otra orilla.

 

De este modo los discipulos junto a Jesús en la barca, serenos, sin olas ni vientos en contra llegan a la otra orilla y Jesús puede sanar…

 

Nos cuesta como discipulos remar hasta la otra orilla, nos cuesta muchas veces, vivir o ser aquello que Jesús nos pide e invita, porque siempre vamos contracorriente, casi siempre con viento en contra. Nos cuesta mucho más, a veces, reonocer a Jesús, que en ese remar con viento en contra, viene a nuestro encuentro. Que bueno aprender de Pedro, arriesgarse, pedir auxilio, pedir a Jesús que sua a nuestra barca, a nuestra vida, a nuestro quehacer diario, sólo asi tenemos garantizada la otra orilla, la fecundidad de nuestra tarea, sólo de este modo será posible que podamos llegar a la otra orilla para que Jesús salve, sane, de vida.

 

Señor, que pueda ir a tu encuentro, Señor Sálvame, socorreme, para llegar contigo a esa orilla que me envias.

 

Celebrando hoy a San juan Maria Vianney, no te olvides de orar, pedir, agradecer y celebrar la presencia en tu vida y en la de tus hermanos, de tantos sacerdotes, que con su vida y dandóte los sacramentos, te ayudan a llegar con Jesús hasta la otra orilla.

Que tengas lindo día, Dios te bendiga.

 

 

 

 

 

 

 

Oleada Joven